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Los Danzantes del Dolor veneran principalmente a Kromagul, el Dios del Dolor, a quien consideran la fuente última del poder y la verdad. Creen que el sufrimiento es el camino hacia la pureza y el conocimiento, y que los secretos obtenidos a través del tormento son la forma más pura de poder.
Públicamente, también veneran a Sel’thirak, el dios del silencio y la paz de la tumba, como una fachada para ocultar sus verdaderas prácticas. Esta dualidad refleja la naturaleza oculta y peligrosa de su culto.
Un día anual en el que está prohibido hablar, y toda comunicación se realiza mediante gestos o telepatía. Este festival refuerza la disciplina y el control social, y es una muestra de respeto hacia Sel’thirak.
Un ritual de tortura donde los criminales son obligados a gritar sus fechorías al cañón para que sus ecos sean torturados eternamente. Este acto es tanto un castigo como una forma de obtener secretos ocultos.
Los miembros del clan llevan tatuajes de ondas sonoras o labios sellados, símbolos que representan su compromiso con el silencio y la lealtad al clan.
Una leyenda que habla de un gemido que emerge de las profundidades del cañón y que, al ser escuchado, roba lentamente los recuerdos y secretos de una persona. Se dice que escuchar este lamento es una maldición que condena al olvido.
Un archivo secreto que no contiene libros, sino jarras que almacenan las últimas palabras y secretos de los muertos. Se cree que quien controle esta biblioteca tendrá acceso a un poder inimaginable.
La primera palabra atrapada en la roca del cañón, pronunciada por el Primer Rey, que contiene un poder arcano capaz de cambiar el destino del mundo.
El símbolo más representativo es una estilizada garganta de cañón negra de la que emerge una mano esquelética con el dedo índice presionado contra donde estarían los labios, en un gesto de silencio. Este emblema es omnipresente en la ciudad y representa el poder del silencio y el control de la información.