agrupacion: Clan Umbracor alianzas: - Clan Whisper - Clan Nighthawk categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Rynavel dg-publish: true edad: 172 escudo: Una serpiente de obsidiana enroscada, goteando una única gota de veneno plateado sobre una corona real agrietada, sobre un fondo de seda verde pantano. lema: La muerte no necesita hacer ruido. nombre: Maestra Vexia Umbracor relaciones: - Rey Sel’thirak (Patrón pragmático) - Grakor Manoveneno (Instrumento) - Fizzik (Aprendiz y amenaza) rivalidades: - Clan Kromagul - Casa Saelaril (Eldrador) rol: Matriarca y Maestra Alquimista subcategoria: Personajes tags: - alquimista - clan umbracor - lithernia - mor’dhul - personajes - personajes_y_agrupaciones - tiefling tipo: Clan summary: Vexia Umbracor, matriarca del Clan Umbracor en Mor’dhul, domina la alquimia de la decadencia y la muerte silenciosa. Líder astuta, crea venenos que destruyen cuerpos, tierras y mentes, consolidando su poder y el del Rey-Dios Sel’thirak.
En los anales sombríos de Mor’dhul, donde el poder se mide en gritos y sangre derramada, la figura de Vexia Umbracor es un susurro gélido, una anomalía letal. No blande hachas ni comanda legiones; su dominio reside en la paciente y metódica ciencia de la decadencia. Vexia es una de las últimas fundadoras del Clan Umbracor, un cónclave de Tieflings exiliados que, hastiados de la brutalidad teatral del Clan Kromagul y la servidumbre espectral del Clan Whisper, buscaron una forma de poder más pura y fundamental: el control sobre el fin de todas las cosas.
Nacida en el seno de una línea de sangre tiefling caída en desgracia, Vexia desarrolló desde joven una fascinación por los ciclos de la naturaleza que otros en Mor’dhul despreciaban. Mientras los Orcos veneraban la guerra y los Hobgoblins el dolor, ella estudiaba el lento marchitar de una flor, la corrosión del metal y la disolución de la carne. Para ella, la muerte no era un evento violento, sino un proceso elegante, una disolución inevitable que podía ser catalizada, dirigida y perfeccionada.
Fue ella quien guio a sus compañeros exiliados a las ruinas pantanosas de Rynavel. Vio en sus miasmas tóxicas y su ecosistema de putrefacción no una tierra maldita, sino el laboratorio definitivo. Allí, mientras otros construían fortalezas, el Clan Umbracor destilaba esencias. Bajo el liderazgo de Vexia, transformaron la Alquimia en un arte oscuro, creando venenos que no solo detenían un corazón, sino que podían marchitar linajes enteros, corromper la tierra por generaciones o inducir una locura que desmoronaba alianzas desde dentro.
Su ascenso a Matriarca fue tan silencioso como sus métodos. Sus rivales dentro del clan no cayeron por dagas en la espalda, sino por “enfermedades súbitas”, “fallos cardíacos inexplicables” o “accidentes botánicos”. Vexia demostró que la verdadera supremacía no se gritaba desde un trono, se administraba en una copa de vino.
Hoy, su lealtad al Rey-Dios Sel’thirak es un pacto de conveniencia mutua. Vexia no le ofrece devoción, sino resultados. Provee al trono de Mor’dhul las herramientas para eliminar enemigos de forma quirúrgica y sin dejar rastro, consolidando el poder del Rey-Dios mientras afianza la reputación de su clan como los asesinos más temidos y sofisticados de Lithernia. Su motivación trasciende la política; busca el Opus Magnum de su arte: la creación de un veneno capaz de matar una idea, de disolver un recuerdo, o quizás, de darle un final silencioso incluso a un dios. Para Vexia, Grakor Manoveneno, su Heroes, es el pincel perfecto para aplicar sus obras maestras, y el joven Fizzik, un prodigio con los reactivos, es un recordatorio constante de que su arte, en manos equivocadas, podría volverse caótico y vulgar, una amenaza que vigila con la misma atención que a sus destiladores.
Vexia es la encarnación de una belleza ponzoñosa. Es una tiefling de figura esbelta y porte aristocrático, cuya piel pálida tiene un sutil matiz verdemar, como el jade pulido o el agua estancada bajo la luna. Sus 172 años no se manifiestan como fragilidad, sino como una serenidad glacial. Su cabello, de un negro profundo, cae liso y sedoso, a menudo recogido en un moño severo del que escapan finos mechones plateados. Sus cuernos, delgados y de color obsidiana, se curvan hacia atrás con una gracia serpentina. Sus ojos, de un inusual color ámbar, observan el mundo con la intensidad analítica de un Erudito y la frialdad de un verdugo.
Raramente se la ve con armadura. Prefiere túnicas de seda pesada en tonos verde pantano, gris ceniza y negro, cortadas con una elegancia funcional y tratadas para resistir ácidos y salpicaduras de reactivos. El único adorno que permite es un broche de plata con el emblema del clan: la serpiente de obsidiana.
Su verdadero equipamiento es su laboratorio y los secretos que porta consigo. Sus dedos, finos y largos, a menudo están manchados con pigmentos exóticos. Siempre lleva ocultos entre sus ropajes viales de cristal reforzado, una colección de agujas finísimas de distintos metales y un anillo con un compartimento secreto que contiene un polvo capaz de paralizar a un Goliath en segundos. Su arma más preciada es su “Grimorio de la Podredumbre Final”, un pesado tomo encuadernado en piel de basilisco donde anota, con una caligrafía impecable, las fórmulas de sus creaciones más letales.
Maestra Vexia Umbracor ha redefinido el concepto de asesinato en Mor’dhul, elevándolo de un acto de violencia a una ciencia exacta. Bajo su mandato, el Clan Umbracor se ha convertido en una pieza indispensable en el juego de poder de Sel’thirak, una sombra que garantiza que la voluntad del Rey-Dios se cumpla en los rincones más lejanos y las cortes mejor protegidas, sin el ruido ni el desorden de la guerra abierta.
Su impacto va más allá de la política. La rivalidad con la Casa Saelaril de Eldrador ha impulsado una carrera armamentística silenciosa entre la vida y la muerte; los sanadores élficos desarrollan antídotos cada vez más potentes, y Vexia responde con toxinas cada vez más complejas e indetectables. Es una guerra fría que se libra en los laboratorios y en los cuerpos de las víctimas.
El legado que Vexia busca construir no es un imperio de tierras, sino de conocimiento. Sueña con un futuro en el que el Clan Umbracor sea el árbitro final de todos los conflictos, un poder tan absoluto y sutil que reyes y dioses por igual teman no a sus ejércitos, sino al contenido de un simple vial. Su existencia es una advertencia para toda Lithernia: las mayores amenazas no siempre llegan con el estruendo de la batalla, a veces, simplemente, se filtran en el agua.