agrupacion: El Sindicato del Eco alianzas: - Gremio de Exploradores de Galanthil - Cultos del Primer Rey categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Eldurnis, Mor’dhul dg-publish: true edad: 215 escudo: Una runa de piedra gris agrietada, sobre la cual se superpone un reloj de arena de obsidiana. La arena del reloj es polvo de plata, simbolizando el valor del tiempo y los secretos perdidos. lema: Lo que la ceniza esconde, la piedra lo recuerda. nombre: Kaelen ‘Dedo Polvoriento’ relaciones: - Clan Grimstone: Respeto a regañadientes su disciplina, pero son bárbaros que destruyen tanta historia como la que desentierran. - Vexia (Estratega Tiefling): Desconfío de su ambición, pero valoro su pragmatismo. Nos mantiene a salvo en este nido de víboras. - Borin (Aprendiz): ‘Es el futuro del Gremio: audaz y hábil. Mi deber es guiarlo para que no se pierda en la mera búsqueda de tesoros.’ rivalidades: - Clan Grimstone (Orcos de las ruinas) - Círculo Interior de la Torre de las Estrellas rol: Maestro del Gremio subcategoria: Personajes tags: - arqueólogo - gremio - lithernia - mor’dhul - personajes - personajes_y_agrupaciones - semielfo tipo: Gremio de arqueólogos y recuperadores summary: Kaelen ‘Dedo Polvoriento’, mestizo élfico-humano exiliado por buscar verdades prohibidas, lidera El Sindicato del Eco, gremio que recupera reliquias antiguas para desvelar secretos del Cataclismo del Lilium y desafiar a poderes ocultos.
Nacido en los bosques de Eldrador hace más de dos siglos, de una madre elfa de la Casa Mirendyl y un padre humano Erudito, Kaelen fue siempre un alma atrapada entre dos mundos. Mientras la rígida sociedad élfica valoraba la tradición y la belleza etérea, la sangre humana de Kaelen ardía con una curiosidad insaciable por lo tangible, por las verdades enterradas bajo el peso de los mitos. Su fascinación por la Era del Primer Rey, un tema tabú que la nobleza élfica consideraba una peligrosa afrenta al orden divino, le granjeó el desdén de sus mayores. Fue exiliado no por un crimen de sangre, sino de pensamiento, acusado de buscar un conocimiento que amenazaba con desestabilizar la precaria paz de Eldrador.
Vagando por Lithernia, Kaelen encontró a otros parias que, como él, creían que el pasado contenía las llaves del futuro. En las polvorientas fronteras de Mor’dhul, conoció a Vexia, una estratega tiefling exiliada de su clan por su pragmatismo despiadado, y a un maestro enano en desactivación de trampas que había abandonado las minas de Valtoria por la emoción de las ruinas. Juntos, fundaron El Sindicato del Eco, un gremio dedicado no al saqueo, sino a la recuperación. Su lema, “Lo que la ceniza esconde, la piedra lo recuerda”, se convirtió en el credo de una organización que operaba en la peligrosa intersección de la historia, la magia y el mercado negro.
Como Maestro del Gremio, Kaelen ha guiado al Sindicato con una mezcla de sabiduría académica y astucia de superviviente. Fue él quien negoció el tenso pacto con el Clan Grimstone, estableciendo la sede del gremio en la ciudad de Eldurnis, un enclave tolerado en el corazón de Mor’dhul. A cambio de descifrar artefactos y desactivar defensas arcanas en ruinas antiguas, los Orcos les proporcionan acceso y una precaria protección. Kaelen desprecia su brutalidad, pero entiende que son un mal necesario para alcanzar su verdadero objetivo: desenterrar la verdad sobre el Cataclismo del Lilium y la traición de los dioses al Primer Rey.
Su apodo, ‘Dedo Polvoriento’, no es una burla, sino una marca de honor ganada en incontables tumbas olvidadas, con sus dedos siempre cubiertos por el polvo de eras. Ahora, en el crepúsculo de su segundo siglo, Kaelen siente que el tiempo se agota. Las profecías susurran, los viejos poderes se agitan, y cada reliquia que recupera parece una pieza más en un rompecabezas que podría salvar a Lithernia o condenarla a repetir sus peores errores. Su lucha no es solo contra los guardianes de las tumbas, sino contra aquellos que prefieren que la historia permanezca enterrada, como el Círculo Interior de la Torre de las Estrellas, que lo considera un profanador y un hereje.
Kaelen posee la grácil complexión de su herencia élfica, pero la intemperie y las décadas de exploración han grabado en su rostro una red de finas arrugas que hablan más de la determinación humana que de la serenidad élfica. Su cabello, de un color castaño ceniciento, está surcado por hebras plateadas y suele llevarlo recogido en una práctica trenza. Sus ojos, de un verde avellana, son afilados y analíticos, capaces de detectar el más mínimo detalle en una inscripción erosionada o la más sutil de las mentiras en una negociación. Sus dedos son largos y diestros, manchados permanentemente por el polvo y la tinta.
Viste un abrigo de cuero reforzado, desgastado pero de excelente calidad, sobre una túnica de lino oscuro. Sus ropas son funcionales, llenas de bolsillos ocultos donde guarda herramientas de precisión: pinceles finos, cinceles de plata, una lupa de cristal de roca y pergaminos vírgenes. No porta armadura pesada, confiando en su agilidad y en la discreción. A su cinturón lleva una espada corta de acero élfico, un regalo de su padre que rara vez desenvaina, y un juego de ganzúas y sondas de mithril. Su posesión más preciada es el Ojo del Cronista, un pequeño orbe de obsidiana que, al ser presionado contra una superficie, le permite vislumbrar un eco fugaz del último evento significativo ocurrido en ese lugar.
Kaelen ‘Dedo Polvoriento’ es una de las figuras más subversivas y, a la vez, desconocidas de la era actual. Mientras los reyes y generales luchan por el control de las tierras, Kaelen libra una guerra por el control de la narrativa de Lithernia. Al desenterrar y difundir artefactos de la era pre-Lilium, él y su Sindicato están proporcionando pruebas tangibles que contradicen la historia oficial promulgada por los dioses y sus seguidores.
Su impacto es doble: por un lado, ha alimentado la llama de los Cultos del Primer Rey, dándoles no solo fe, sino reliquias con las que validar su causa. Por otro, ha creado un peligroso mercado negro de poder, donde artefactos de inmenso potencial caen en manos de nobles ambiciosos, hechiceros renegados o incluso agentes de Mor’dhul.
A largo plazo, el legado de Kaelen será definido por el destino del conocimiento que ha desenterrado. Si logra encontrar la verdad última sobre el Primer Rey —quizás la ubicación de una de las Lanzas Celestiales o la crónica real de su rebelión—, podría ser el catalizador que inicie una nueva era, ya sea de reunificación o de un conflicto aún mayor. Si fracasa, o si el conocimiento que ha reunido es mal utilizado, la historia lo recordará como el Erudito que, en su afán por iluminar el pasado, acabó incendiando el futuro. Es un fantasma en los pasillos del poder, un nombre susurrado en bibliotecas prohibidas y mercados clandestinos, y la prueba viviente de que la pala puede ser, en ocasiones, más poderosa que la espada.