agrupacion: Clan Umbracor alianzas: Clan Whisper (proveedores de componentes necróticos), Clan Nighthawk (colaboradores en espionaje). categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Rynavel dg-publish: true edad: 41 escudo: Una serpiente de obsidiana enroscada, goteando una única gota de veneno plateado sobre una corona real agrietada, sobre un fondo de seda verde pantano. lema: La muerte no necesita hacer ruido. nombre: Fizzik Borboteo relaciones: - Vexia (Matriarca del clan, protectora y carcelera) - Grakor (Sombra Ejecutora del clan, principal fuente de temor) - Clan Whisper (clientes y colaboradores) rivalidades: Clan Kromagul (desprecio por su “brutalidad sin finura”), Casa Saelaril de Eldrador (objetivo de un notorio envenenamiento exitoso). rol: Maestro Destilador y Micólogo Principal del Clan Umbracor subcategoria: Personajes tags: - alquimista - clan umbracor - goblin - lithernia - mor’dhul - personajes - personajes_y_agrupaciones tipo: Clan de asesinos y alquimistas summary: Fizzik Borboteo, goblin genio de los pantanos de Rynavel, es el alquimista letal del Clan Umbracor. Temeroso pero brillante, crea venenos y toxinas que han cambiado el equilibrio de poder en Mor’dhul, atado a su clan por ambición y miedo.
En los fétidos y brumosos pantanos que rodean Rynavel, donde los clanes de Mor’dhul luchan por el poder con acero y gritos, el arma más letal es a menudo un susurro. Y nadie da voz a ese susurro con más elocuencia que Fizzik Borboteo, el genio goblin detrás de la ascendencia del Clan Umbracor.
Fizzik no nació en la nobleza ni en un clan Guerrero. Su linaje es el del lodo y la podredumbre. Abandonado o perdido, el joven goblin encontró fascinación no en el brillo de las monedas ni en el filo de una daga, sino en la vibrante y letal vida de los hongos del pantano. Mientras otros Goblins aprendían a tender trampas, Fizzik catalogaba esporas. Mientras otros afilaban cuchillos, él destilaba toxinas. Su cobardía era legendaria, un pánico constante que le hacía saltar ante su propia sombra, pero su intelecto era una anomalía, un diamante en el fango.
Fue Vexia, la astuta matriarca del recién formado Clan Umbracor, quien reconoció su verdadero valor. No vio a un goblin tembloroso, sino a un arquitecto de la muerte silenciosa. El clan, compuesto por Tieflings exiliados que despreciaban la vulgaridad del dolor de Kromagul, le ofreció a Fizzik algo que ningún otro clan podía: un laboratorio, Recursos ilimitados y, sobre todo, protección. A cambio, solo pedían que su genio floreciera.
Fizzik aceptó, convirtiéndose en la gema indispensable y el prisionero voluntario del clan. Su laboratorio en el corazón de Rynavel es una sinfonía pútrida de alambiques burbujeantes, jardines fúngicos que brillan con luz fosforescente y viales que contienen agonías inimaginables. Sus creaciones se han convertido en leyenda en los círculos de poder de Mor’dhul: “El Velo Espectral”, un gas que provoca alucinaciones tan terroríficas que las víctimas se quitan la vida; “La Lágrima de Rynavel”, un veneno de contacto que marchita la carne en segundos; y su obra más infame, el “Ocaso Saelaril”, un compuesto que, introducido en las bodegas de la Casa Saelaril en Eldrador, imitó una plaga natural que diezmó a una rama menor de su linaje sin levantar sospechas de asesinato durante años.
Su existencia es una paradoja. Teme profundamente la violencia física, y la mera presencia de Grakor, la Sombra Ejecutora del clan, le provoca sudores fríos. Sin embargo, su ambición por crear el “veneno perfecto” —una toxina tan sublime que pueda disolver un alma sin dejar rastro, o incluso marchitar la esencia de un ser inmortal— es la única fuerza que domina su miedo. Está atado a Umbracor por una jaula dorada de su propia creación, sabiendo que es a la vez el activo más preciado del clan y, si su genio alguna vez flaqueara, su peón más prescindible.
Fizzik es un goblin pequeño incluso para su especie, con una postura encorvada forjada por años de inclinarse sobre mesas de trabajo. Su piel tiene el tono enfermizo de un hongo pálido, y sus grandes ojos, de un inusual color avellana, se mueven constantemente, analizando cada sombra en busca de amenazas. Sus dedos son largos y sorprendentemente diestros, manchados permanentemente por químicos exóticos. Un tic nervioso sacude su oreja izquierda cuando está bajo presión.
Viste un delantal de cuero grueso y tratado sobre túnicas de seda oscura, una extraña mezcla de pragmatismo y el lujo que su posición le permite. Sobre su frente suele llevar unas complejas gafas de alquimista con múltiples lentes de colores, y una mascarilla de cuero con filtros de carbón y musgo encantado cuelga de su cuello, lista para ser usada.
Su equipo más preciado es una bandolera de cuero que cruza su pecho, con docenas de pequeños compartimentos acolchados. Cada uno contiene un vial de cristal meticulosamente etiquetado con su caligrafía temblorosa, conteniendo desde antídotos universales hasta venenos cuya sola descripción podría helar la sangre. Nunca está sin ella.
Fizzik Borboteo nunca blandirá una espada en una batalla, ni su nombre será coreado en los salones de los grandes señores de la guerra. Su legado es más sutil y mucho más aterrador. Es la prueba viviente de que en la Gran Guerra de Lithernia, el poder no reside únicamente en ejércitos o artefactos divinos, sino también en el conocimiento prohibido y la mente de un solo individuo.
A través de sus creaciones, el Clan Umbracor ha alterado el equilibrio de poder en Mor’dhul, eliminando rivales, desestabilizando facciones y asegurando la posición de Sel’thirak con una eficiencia silenciosa que ni los ejércitos Orcos pueden igualar. Fizzik representa una nueva forma de guerra, una librada en las sombras con gotas y vapores en lugar de espadas y Conjuros.
Su impacto final en Lithernia aún está por escribirse. Si alguna vez logra su obsesión y crea el “veneno perfecto”, un solo goblin cobarde podría tener en sus manos el poder de derrocar a un rey, silenciar a un dios o incluso corromper el mismísimo Tejido del Maná. El destino de muchos podría depender de a quién le teme más Fizzik ese día: a sus amos, o a la terrible perfección de su propia creación.