agrupacion: La Cofradía del Muelle Real alianzas: Clan del Edicto Susurrante, Facciones Piratas de Galvorn, Lord Aethel (Contacto Secreto). categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Soriel (en las profundidades ocultas de la ciudad) dg-publish: true edad: 195 escudo: Un engranaje de bronce roto del que brota una chispa de energía arcana inestable de color verdoso. El fondo es de pizarra negra, representando su origen en la montaña y su actual exilio en la oscuridad. lema: La tradición es la herrumbre del alma. El progreso, el filo del hacha. nombre: Durgar Hacha-de-Runa relaciones: - Lealtad inquebrantable a Flinn, el principal inventor de la Cofradía. - Comanda una red de mercenarios leales en Soriel. - Rivalidad personal con los comandantes de la Guardia de Granito de Douchy. - Relación profesional y cautelosa con Vexia, la diplomática de la Cofradía. rivalidades: Sínodo del Engranaje Pulido, Gremio de Artífices de Vatilleurs, Cazadores de Sombras, Guardia de Granito de Douchy. rol: Jefe de Operaciones y Seguridad subcategoria: Personajes tags: - artífice - cofradía del muelle real - enano - guerrero - lithernia - personajes - personajes_y_agrupaciones tipo: Personaje summary: Durgar Hacha-de-Runa, enano nacido en Valtoria, fusiona runas ancestrales con tecnología mecánica. Fundador y jefe de seguridad de la Cofradía del Muelle Real, protege sus innovaciones con ferocidad y lidera una red de mercenarios leales.
Nacido bajo las montañas de Valtoria, Durgar no era un enano común. Mientras sus hermanos de clan tallaban Runas ancestrales con reverencia y paciencia, él veía en ellas un poder latente, encadenado por siglos de tradición inmutable. Era un Guerrero de nacimiento y un artesano por vocación, pero su mente anhelaba una fusión que los gremios ortodoxos consideraban blasfema: la unión de la runa y el engranaje, de la magia y la máquina. Este descontento lo llevó a los círculos de inventores renegados, donde conoció al brillante y caótico gnomo Flinn. En las ideas de Flinn, Durgar no vio herejía, sino la evolución inevitable que los dioses como Rokael parecían haber olvidado.
Fue uno de los miembros fundadores de lo que se convertiría en la Cofradía del Muelle Real. Mientras otros diseñaban, él protegía. Mientras otros soñaban, él construía las murallas para contener esos sueños. Su lealtad fue sellada con acero y sangre durante el “Silencio de los Engranajes”, el cataclismo que los marcó como exiliados. Cuando un golem de asedio sobrecargado con energía elemental se descontroló, Durgar se interpuso entre la bestia mecánica y Flinn. El hacha de Durgar partió el núcleo del autómata, pero no antes de que una garra de metal al rojo vivo le abriera una profunda cicatriz desde la sien hasta la mandíbula. Esa herida es hoy su medalla de honor, un recordatorio constante de que el progreso exige sacrificio.
Tras el exilio, fue la pragmática ferocidad de Durgar la que aseguró la supervivencia de la Cofradía. En los oscuros callejones de Soriel, negoció con el Clan del Edicto Susurrante, no con oro, sino con demostraciones de poder: autómatas vigía y prototipos de armas que convencieron al clan de que era más provechoso tenerlos como aliados que como enemigos. Él mismo reclutó y entrenó a la red de mercenarios que hoy custodian sus talleres, una fuerza leal no a un rey o a un dios, sino al enano que les paga bien y lucha a su lado.
Como Jefe de Operaciones y Seguridad, Durgar es el puño de la Cofradía. Supervisa la adquisición de materiales (a menudo por medios poco ortodoxos), la seguridad de sus experimentos volátiles y la defensa contra sus numerosos rivales. Siente un desprecio particular por la Guardia de Granito de Douchy, a quienes enfrentó durante su huida de Valtoria y considera un fósil militar, un símbolo de la inmovilidad que juró destruir. Aunque confía en su gente, las negociaciones de Vexia con figuras como Lord Aethel de Mor’dhul le producen un profundo recelo. Durgar sabe que su tecnología en manos de un tirano podría quemar el mundo, pero su lealtad a la Cofradía y a su visión de un futuro forjado a la fuerza es, por ahora, más fuerte que sus dudas.
Durgar es la encarnación de una fortaleza enana. Es más ancho y denso que la mayoría de su raza, con una musculatura forjada tanto en la batalla como en la herrería. Su barba, de un color negro azabache, está recogida en dos gruesas trenzas entrelazadas con alambres de cobre y engranajes en miniatura que zumban con una leve energía. Su rostro es un mapa de su vida: ceño fruncido por la concentración perpetua y la cicatriz dentada que cruza su ojo izquierdo, el cual ahora es una prótesis arcana, un orbe de cristal verdoso que parpadea al analizar su entorno.
Equipamiento:
Durgar Hacha-de-Runa no será recordado en las grandes crónicas de los reyes ni en los cantos de los bardos nobles. Su legado se escribirá en el hollín de las ciudades bombardeadas, en los tratados de paz firmados bajo la amenaza de una nueva tecnología y en el miedo de los gremios tradicionales. Él es el guardián del caos controlado, el muro de acero que permite a los inventores más peligrosos de Lithernia jugar con las fuerzas de la creación y la destrucción.
Su impacto no reside en sus propias invenciones, sino en su habilidad para garantizar que las invenciones de la Cofradía vean la luz. Es el factor que convierte una idea peligrosa en una amenaza tangible. Si la Cofradía del Muelle Real logra empujar a Lithernia hacia una nueva era de progreso tecnológico, será porque Durgar mantuvo a raya a los enemigos que habrían extinguido su chispa. Y si sus creaciones desatan una catástrofe sin precedentes, será porque la lealtad de Durgar a sus camaradas fue más poderosa que su juicio, convirtiéndolo en el protector incondicional del apocalipsis.