casa_linaje: No aplica categoria: Dioses y Panteones dg-publish: true era: Era Crepuscular importancia: Primaria nombre: Valarios panteon: Panteón Enano (Dioses de Valtoria) reino_de_influencia: Valtoria relaciones: - Rokael (Hermano Gemelo, Rival Creador) - Cirkon (Hija) - Trovdor (Nieto) - Levbrios (Nieto) - Enanos (Veneradores) - Dragonborn (Creación Directa) residencia: El Núcleo Ardiente (Plano Divino) rol: Dios Enano de la Destrucción, los Volcanes y la Renovación subcategoria: Dioses tags: - destrucción - dios - dioses - dioses_y_panteones - dragonborn - enano - forja - fuego - panteón enano - renovación - valtoria - volcán summary: Valarios, deidad primordial enana, representa la fuerza destructiva y renovadora del fuego y los volcanes. Hermano de Rokael, encarna el ciclo vital de destrucción y creación, siendo venerado con respeto por los enanos y creador de los Dragonborn.

Valarios

El Corazón de la Montaña, El Padre de la Furia

Valarios es una de las deidades Primordiales del panteón enano, hermano gemelo de Rokael, el dios de la creación. Donde Rokael representa la paciencia, la construcción y la estabilidad, Valarios encarna la fuerza imparable de la destrucción, la furia de los volcanes y el ciclo ineludible de la renovación a través del fuego. No es una deidad malévola, sino una fuerza de la naturaleza divina, temida y respetada a partes iguales por los Enanos de Valtoria, quienes entienden que para forjar el acero más fuerte, primero hay que someter el metal al calor más devastador.

Biografía y Mitología

Origen y la Forja del Mundo En el alba de los tiempos, Valarios y Rokael nacieron como un eco dual. Mientras Rokael daba forma a las primeras montañas con golpes precisos y pacientes, Valarios las resquebrajaba desde dentro, liberando el magma primordial que formaría las vetas de minerales preciosos y el corazón ardiente del mundo. Su rivalidad no era de odio, sino de propósito: una danza eterna entre la forma y el caos, la estructura y la liberación. Los Enanos creen que el sonido de sus martillos opuestos —el de Rokael construyendo en la superficie y el de Valarios destruyendo en las profundidades— es el ritmo que mantiene a Lithernia en equilibrio.

La Guerra Divina y el Legado del Lilium Durante la rebelión del Primer Rey, el poder de Valarios fue un arma terrible en manos del panteón. Se dice que su furia desató erupciones volcánicas que consumieron ejércitos mortales enteros y que el propio Lilium fue alimentado por su aliento ígneo. Aunque luchó para mantener el orden divino, el cataclismo resultante dejó una profunda marca en él. Vio la destrucción no como un medio para la renovación, sino como un castigo estéril, lo que afianzó su convicción de que la destrucción solo tiene sentido si da paso a algo nuevo y más fuerte.

La Creación de los Dragonborn Tras el Lilium, mientras los otros dioses creaban razas a su imagen, Valarios buscó forjar un pueblo que encarnara su filosofía. Mirando la esencia remanente de los grandes Dragones de antaño, vio una fuerza primordial, un poder de destrucción y creación contenido en un solo ser. Tomando esta esencia y templándola en el corazón de un volcán, creó a los Dragonborn. No los hizo para ser sirvientes, sino como un experimento: un pueblo con la fuerza destructiva de un dragón, pero con el honor y la capacidad de elección para dirigir ese poder. Para Valarios, los Dragonborn son la prueba viviente de que la destrucción puede ser Noble y tener un propósito.

Genealogía Divina La estirpe de Valarios es una manifestación directa de su dominio. De su unión con la tierra misma nació su hija, Cirkon, la Diosa de la Roca, que personifica la materia sólida que queda tras el enfriamiento de la lava. A su vez, de la unión de la roca (Cirkon) con el fuego de la forja nacieron sus nietos: Trovdor, Dios del Metal, y Levbrios, Dios de la Forja. Esta genealogía demuestra el ciclo sagrado de Valarios: su furia destructiva (lava) crea la materia prima (roca), que a su vez permite la más alta forma de creación enana (la metalurgia).

Culto y Motivaciones

Los Enanos no aman a Valarios; lo respetan con un temor reverencial. Sus clérigos no son sanadores, sino profetas del cambio, videntes que leen el futuro en las fisuras de la tierra y en el humo de los volcanes. Se le rinde culto antes de iniciar grandes proyectos mineros, pidiendo permiso para “herir a la montaña” y que su destrucción sea fructífera. Los herreros invocan su nombre para que el fuego purifique el metal de impurezas.

La principal motivación de Valarios es evitar el estancamiento. Desprecia la calma perpetua y la tradición inmutable, viéndolas como formas de decadencia. Su conflicto con Rokael es filosófico: ¿debe una civilización construirse sobre cimientos antiguos o debe arrasar lo viejo para erigir algo completamente nuevo? En la Era Crepuscular, con la profecía del retorno del Primer Rey resonando en el mundo, el culto a Valarios ha ganado adeptos entre aquellos que creen que el orden actual de los dioses es corrupto y debe ser purgado por el fuego para que Lithernia pueda renacer.

Descripción Física y Avatar

A diferencia de otros dioses Enanos, Valarios rara vez adopta una forma humanoide convencional. Su verdadera esencia es la de un coloso de basalto y obsidiana agrietados, con vetas de magma puro recorriendo su cuerpo. Su barba está tejida con humo y cenizas, y en su interior arden brasas eternas. Sus ojos son dos pozos de lava fundida que reflejan la furia del núcleo del mundo.

Cuando se manifiesta en el plano mortal, su avatar es una fuerza de la naturaleza. No camina, sino que la tierra se deforma a su paso. Su voz es el estruendo de un terremoto, y su aliento, una nube de ceniza y azufre.

Legado e Impacto en Lithernia

El impacto de Valarios en Lithernia es tan profundo como las montañas mismas. Es la justificación divina de la naturaleza a veces destructiva pero necesaria de los Enanos: la minería que desgarra la tierra, la forja que consume y transforma, y la furia en batalla que protege sus hogares.

Su creación más visible, los Dragonborn, son un recordatorio constante de su poder y filosofía. Cada Dragonborn que elige el honor sobre la tiranía, o el sacrificio sobre la ambición, es una victoria para la visión de Valarios de un poder destructivo guiado por un propósito Noble.

La eterna rivalidad con su hermano Rokael define el corazón de la cultura enana, representando la lucha interna entre la preservación y la innovación, la tradición y el cambio radical. En una era marcada por la inminencia de una guerra y profecías de un nuevo orden, la voz de Valarios resuena con más fuerza que nunca, prometiendo un bautismo de fuego del que Lithernia podría emerger purificada o reducida a cenizas.