categoria: Reinos y Geografía cultura: Korogrim (Supervivencia) dg-publish: true fundador: Elfos (Civilización Perdida) gobierno: Cónclave Nigromántico (Clan Whisper) localizacion: Pantanos del Lamento Sombrío nombre: Rynavel poblacion_razas: Goblins, Hobgoblins, Orcos, Parias reino: Mor’dhul religion: Gyth’kai, Sel’thirak (Necromancia) subcategoria: Ruinas tags: - ciudad - lithernia - mor’dhul - reinos_y_geografía - ruinas tipo: Ciudad Pantanosa en Ruinas title: Rynavel summary: Rynavel, la Ciudad Susurrante, es una antigua urbe élfica sumergida en pantanos, ahora habitada por goblins y orcos. Dominada por nigromantes hobgoblin, es un enclave de necromancia donde se negocian secretos y reliquias en un entorno peligroso y supersticioso.
Rynavel, la Ciudad Susurrante, es un monumento a la decadencia. Yace medio ahogada en las aguas fétidas de los Pantanos del Lamento Sombrío, un esqueleto de mármol blanco de una era élfica que el mundo ha olvidado. Espiras gráciles, ahora agrietadas y manchadas, emergen de un manto de agua estancada y verdín, cubiertas de musgo colgante y las cadenas oxidadas de un imperio posterior. Sobre esta belleza profanada, sus actuales habitantes han erigido una ciudad parásita: un laberinto de pasarelas de madera podrida, toscas fortificaciones de basalto y chozas de barro que se aferran a las ruinas como hongos.
Antes del auge de Mor’dhul, Rynavel era una joya de la civilización élfica, un centro de estudio de la magia del agua y la vida. Su caída fue lenta y agónica. Aislada tras el Cataclismo del Lilium, la ciudad fue engullida gradualmente por el pantano, que se expandió como una plaga, ahogando sus jardines y convirtiendo sus canales en ciénagas estancadas. Los elfos lucharon, pero la tierra misma parecía decidida a reclamar lo que era suyo. Finalmente, la ciudad fue abandonada, y sus habitantes se convirtieron en espíritus atrapados, sus lamentos transformados en los susurros que dan nombre al pantano.
Siglos después, tribus de Goblins y Orcos Mirewalker, huyendo de conflictos en otras partes de Mor’dhul, encontraron las ruinas. Se asentaron, adaptándose a una vida anfibia de supervivencia. Pero el verdadero poder llegó con el Clan Whisper. Los nigromantes hobgoblin no vieron ruinas, sino un recurso: una ciudad entera de almas élficas poderosas, listas para ser dominadas. Establecieron el Cónclave de los Ecos y, a través de la manipulación de los espíritus, subyugaron a los demás habitantes, convirtiendo Rynavel en un feudo de necromancia y secretos.
Las Pasarelas Colgantes: El corazón palpitante y precario de la vida goblin. Es una red caótica de puentes de cuerda y tablones de madera podrida que conectan las espiras y edificios que aún se mantienen sobre el agua. Aquí se encuentran los mercados improvisados, las destartaladas viviendas Goblins y las tabernas donde se comercia con rumores y reliquias oxidadas.
El Trono Silente: La antigua plaza del palacio élfico, ahora una isla de mármol inundada en cuyo centro se alza la aguja principal, donde el Cónclave de los Ecos tiene sus cámaras. Es una zona prohibida para la mayoría, patrullada por espectros élficos atados y guardias hobgoblin. El aire aquí es gélido y los susurros son casi ensordecedores.
El Foso de las Reliquias: Las secciones más profundas y completamente sumergidas de la vieja ciudad. Es aquí donde los Goblins más valientes (o desesperados) practican la “Pesca de Reliquias”, sumergiéndose en la oscuridad cenagosa en busca de artefactos élficos, con la esperanza de encontrar algo de valor antes de que los encuentre una criatura del pantano o un espíritu vengativo.
Las Atalayas del Mirewalker: En los límites de la ciudad, los Orcos del Clan Mirewalker han construido fortificaciones robustas sobre las ruinas de las antiguas murallas exteriores. Desde estas atalayas, vigilan las amenazas del pantano y controlan las rutas de acceso a Rynavel, actuando como la primera y brutal línea de defensa de la ciudad.
La vida en Rynavel es una negociación constante con la muerte y la superstición. Sus habitantes se desplazan en barcazas de fondo plano, remando en silencio por canales anegados para no perturbar a los espíritus. Es una costumbre universal dejar ofrendas —dientes, mechones de pelo, huesos pequeños— en altares improvisados para apaciguar a los “Antiguos Susurrantes”, los espíritus élficos cuya ira puede manifestarse como una niebla que ahoga o como manos espectrales que tiran de los incautos hacia las profundidades. La moneda más valiosa no es el oro, sino los secretos y los artefactos recuperados del Foso de las Reliquias, vendidos en un mercado negro que opera en las sombras de las pasarelas.
La arquitectura es una grotesca amalgama. Las elegantes y curvilíneas estructuras de mármol y cuarzo, testimonio de la maestría élfica, sirven de cimientos para toscas chozas de barro y madera, torres de vigilancia de obsidiana y puentes colgantes inestables. Las delicadas Runas élficas que aún se aprecian en las paredes han sido desfiguradas con los groseros glifos Korogrim, un insulto visual que resume la historia de la ciudad. El ambiente es opresivo, cargado con el olor a descomposición del pantano y el zumbido constante de los insectos. Un silencio antinatural es a menudo roto por el chapoteo de algo bajo el agua o un susurro incorpóreo que parece deslizarse directamente en la mente.
La Reina Durmiente: Se susurra que en la cámara más profunda de la ciudad, sumergida y sellada con magia antigua, yace el trono de la última reina élfica de Rynavel. Dicen que su espíritu, el más poderoso de todos, guarda un artefacto capaz de purificar el pantano… o de desatar su furia acumulada y ahogar todo Mor’dhul si se libera incorrectamente.
La Voz del Lilium: Algunos sabios y locos afirman que los susurros en la niebla no son de los elfos. Creen que son el eco de una entidad antigua atrapada bajo la ciudad, una criatura nacida del Cataclismo del Lilium. Esta entidad no habla con palabras, sino con emociones puras, y su lamento constante es lo que enloquece a quienes lo escuchan durante demasiado tiempo, alimentando la paranoia y la crueldad de la ciudad.