categoria: Reinos y Geografía causa: Corrupción por energía divina caótica (Caos Residual) cultos_asociados: - Hermandad de la Ruina Eterna - El Verbo del Abismo - Los Hijos de la Tormenta Estelar dg-publish: true efectos: - Distorsión de la realidad - Alteración de leyes físicas y arcanas - Fracturas temporales - Mutación de la flora y fauna - Flujo mágico impredecible lugares_notables: - El Abismo de Azhrüm - Los Bosques de Lueenthar - La Llanura de Cenizas Estelares origen: Conflicto celestial durante la Era de las Guerras de los Dioses subcategoria: Lugares Malditos tags: - lithernia - lore - lugares - lugares_malditos - reinos_y_geografía tipo: Concepto de Lore title: Lugares malditos del conflicto celestial summary: Lugares malditos en Lithernia, vestigios del conflicto divino que corrompieron la realidad con energía caótica. Zonas prohibidas donde la magia y el tiempo se distorsionan, hogar de cultos oscuros que buscan aprovechar su poder residual.
Los lugares malditos del conflicto celestial son vestigios imborrables del cataclismo divino que marcó la Era de las Guerras de los Dioses en Lithernia. Estas zonas, corrompidas por la energía caótica y destructiva que emanó del enfrentamiento entre las deidades primigenias, son ahora territorios prohibidos y temidos tanto por mortales como por seres mágicos. En ellas, la realidad misma parece distorsionada, y cultos oscuros han brotado buscando aprovechar el poder latente en sus ruinas eternas.
Durante el apogeo del conflicto celestial, las explosiones de poder divino desgarraron los velos de la realidad. Las deidades en guerra descargaron sobre Lithernia tempestades de energía incontrolable que corrompieron vastas regiones. Esta energía, conocida como Caos Residual, permeó el suelo, el aire y las aguas, mutando la naturaleza e impregnando el terreno con un aura de desesperación y locura.
Este Caos Residual es la causa principal de la maldición que pesa sobre estos lugares. Los antiguos registros de los archimagos describen cómo su influencia altera las leyes arcanas y físicas, haciendo que el tiempo se fracture, las criaturas se transformen y la magia fluya de manera impredecible.
Un enorme cráter de más de veinte kilómetros de diámetro, alrededor del cual el suelo parece cantar una melodía fúnebre cuando sopla el viento. Cuenta la leyenda que en su centro cayó el dios Azhrüm, cuyo cadáver aún irradia un aura corruptora. Las aguas putrefactas que llenan el abismo son fuente de sectas que veneran la muerte y buscan la inmortalidad a través del sacrificio ritual.
Bosques eternamente envueltos en una niebla violeta y densa, donde los árboles crecen en formas imposibles, con raíces que parecen enredar los propios pensamientos. Dentro, las criaturas sufren mutaciones erráticas y surgen fantasmas errantes de antiguos guerreros divinos. Aquí germinaron los Cultos de la Aniquilación, que adoran la desintegración y el renacer en caos.
Una vasta planicie cubierta de polvo ceniciento y fragmentos cristalinos que brillan con luz propia al caer la noche. Esta zona fue el epicentro de una explosión de energía solar producto de la batalla entre dioses de luz. Aún hoy, se manifiestan tormentas de energía que desintegran lo que tocan y dan lugar a fenómenos astrales inexplicables. Cultos de astrólogos y nigromantes aquí buscan manipular el destino y controlar la muerte.
La presencia de los lugares malditos ha influido profundamente en las tradiciones y miedos de los pueblos de Lithernia. Las caravanas evitan a toda costa estas regiones, y solo chamanes, arcanistas y adoradores extremistas osan internarse en ellas para extraer fragmentos de poder o realizar rituales ancestrales.
Las Leyendas hablan de viajeros que desaparecen sin dejar rastro, de aldeas enteras que fueron corrompidas y de Demonios que aún susurran desde las grietas del suelo. Al mismo tiempo, estos lugares son objetos de peregrinajes prohibidos para aquellos que buscan conocer la verdad detrás de las guerras divinas y alcanzar un poder prohibido.
La energía residual del cataclismo celeste no sólo corrompió el terreno, sino que también fue semilla para nuevas creencias:
Hermandad de la Ruina Eterna: Un culto que venera la decadencia y la destrucción como fuerzas purificadoras. Sus miembros se internan voluntariamente en los lugares malditos para recibir visiones y consejos de las deidades caídas.
El Verbo del Abismo: Sectas que pronuncian cánticos antiguos obtenidos en el Abismo de Azhrüm, capaces de invocar criaturas de la corrupción más profunda.
Los Hijos de la Tormenta Estelar: Fanáticos que creen en un renacer cósmico tras la destrucción total, y que realizan rituales bajo las tormentas energéticas de la Llanura de Cenizas Estelares.
Una antigua profecía litherniana habla de “La Hora en que el Caos Caminará”, prediciendo que los lugares malditos serán el origen de un nuevo despertar o la condena final para el mundo. En ciertas noches marcadas por alineaciones astrales inusuales, se cree que la energía caótica alcanza su cúspide, abriendo portales a planos olvidados y dejando escapar voces divinas y ecos de antiguas batallas.
Las festividades de “El Lamento de los Caídos” recuerdan el sacrificio de los dioses y advierten sobre el respeto necesario hacia estas tierras corrompidas. Durante estas fechas, los sabios recomiendan evitar cualquier contacto con los lugares malditos para prevenir la locura y la tragedia.
Los lugares malditos del conflicto celestial son testamentos vivos del poder desgarrador de los dioses y del precio que Lithernia pagó por aquel enfrentamiento épico. Ellos encarnan un misterio ancestral, un riesgo letal y una oportunidad para aquellos dispuestos a caminar al borde de la cordura y la destrucción. La energía caótica que los habita continúa moldeando el destino del mundo, recordándonos que incluso en la desolación puede germinar nueva vida, pero siempre con un alto costo.