categoria: Reinos y Geografía cultura: Vatilleuriana dg-publish: true fundador: Klick-Gyr Vatilleur gobierno: Gremio de Artífices localizacion: Corazón de la Montaña nombre: Vatilleurs poblacion_razas: Gnomos, Enanos, Humanos reino: Valtoria religion: Culto a Rokael y Quiteon subcategoria: Ciudades tags: - ciudad - ciudades - lithernia - reinos_y_geografía - valtoria tipo: Ciudad Gremial title: Vatilleurs summary: Vatilleurs es una ciudad-estado gnomoeana ensamblada dentro de una geoda de amatista, donde la ingeniería y la magia convergen. Gobernada por el Gremio de Artífices, destaca por su Gran Reloj, talleres innovadores y un sistema neumático único.
En las profundidades del Corazón de la Montaña, donde las vetas de mineral puro cantan bajo la presión de la roca, existe una maravilla de la ingeniería y la magia: Vatilleurs. La ciudad no es excavada, sino ensamblada, dentro de una colosal geoda de amatista. Sus edificios de latón pulido y cristal se aferran a las facetas púrpuras de la caverna, entrelazados por una red de puentes de engranajes y tubos neumáticos que silban con el transporte de bienes y personas. Vatilleurs no es solo una ciudad; es un mecanismo de precisión, un reloj monumental cuyo tictac constante es la prueba viviente de la fusión entre la meticulosidad gnoma y la robustez enana.
Vatilleurs nació de un sueño compartido. Siglos atrás, el legendario artífice gnomo Klick-Gyr Vatilleur y el maestro herrero enano Borin Yelmo-de-Hierro se encontraron en las minas de Valtoria. Cansados de que el ingenio y la artesanía fueran vistos solo como herramientas de guerra o riqueza, decidieron crear un santuario para la invención por la invención misma. Descubrieron una geoda de amatista de un tamaño imposible, resonante con la magia de la tierra, y la vieron como el lienzo perfecto.
Con la bendición de Rokael, a quien veneraban como el “Primer Artífice”, Gnomos y Enanos trabajaron juntos. Los Enanos sentaron las bases indestructibles y forjaron los mecanismos centrales, mientras que los Gnomos diseñaron las intrincadas maquinarias, los autómatas y los sistemas de energía arcana que darían vida a la ciudad. El resultado fue Vatilleurs, una ciudad-estado gremial gobernada por el Gremio de Artífices, que jura lealtad al Concilio de la Montaña de Valtoria pero mantiene una feroz independencia en sus asuntos internos. Su lema, grabado sobre la gran puerta de engranajes, reza: “La forma sigue a la función, y la función aspira a la perfección”.
El Núcleo Sincrónico: La plaza central de la ciudad, donde se alza el Gran Reloj. Esta maravilla de la ingeniería, con miles de engranajes visibles de mithril y oro, no solo marca el tiempo, sino que regula el flujo de energía de toda la ciudad. Cada hora, emite una secuencia de tonos armónicos que sirven como la costumbre de “La Sincronización”.
Los Talleres de la Veta de Cobre: Un distrito laberíntico de forjas, laboratorios de Alquimia y talleres de ensamblaje. El aire aquí huele a metal caliente, aceite y reactivos químicos. Es el corazón productivo de Vatilleurs, donde el sonido de los martillos Enanos se mezcla con el delicado zumbido de los destornilladores sónicos de los Gnomos.
Las Cúpulas Resonantes: Los barrios residenciales, construidos como cúpulas de cristal y latón que se proyectan desde las paredes de amatista. Cada hogar es un microcosmos de ingenio, lleno de artilugios personalizados, desde autómatas sirvientes hasta sistemas de iluminación que imitan las fases de la luna.
La Vena Neumática: La principal red de transporte de la ciudad. Una serie de tubos de cristal sellados al vacío que cruzan la geoda en todas direcciones, impulsando cápsulas presurizadas a velocidades vertiginosas. Es el sistema más eficiente y, para los no iniciados, el más aterrador de Lithernia.
La cultura Vatilleuriana valora el ingenio por encima de todo. Un Heroes aquí no es el que blande la espada más grande, sino el que diseña la cerradura más compleja. El evento social más importante es el “Festival Anual del Engranaje Perpetuo”, una feria de inventos de una semana de duración donde compiten los artífices. Los premios no son de oro, sino de prestigio y acceso a materiales más raros.
La costumbre diaria más sagrada es “La Sincronización”. Cuando el Gran Reloj emite su melodía, todo se detiene. Los ciudadanos pausan su trabajo, sacan sus cronómetros de bolsillo, y calibran sus relojes y autómatas al unísono. Es un momento de calma y reverencia comunal a la precisión, un recordatorio de que son una sola máquina funcionando en perfecta armonía. Los niños no juegan con muñecos, sino con cajas de acertijos y kits de construcción de pequeños autómatas.
Vatilleurs es una sinfonía visual y auditiva. La luz que se filtra a través de las paredes de la geoda baña la ciudad en un perpetuo resplandor púrpura y lavanda, reflejándose en las superficies pulidas de latón y cobre. No hay caminos de tierra, sino pasarelas metálicas y escaleras de caracol que se enroscan alrededor de pilares de engranajes. El ambiente es un murmullo constante de actividad: el clic de los relés, el silbido del vapor, el zumbido de los cristales de energía y el suave tictac que parece emanar de las propias paredes. El símbolo de la ciudad, un engranaje de mithril rodeando un cristal de amatista con un martillo y una llave cruzados, se encuentra por doquier, grabado en autómatas, herramientas y las puertas de los talleres.
El Autómata Desalmado: Los artífices veteranos cuentan a sus aprendices la historia de un autómata abandonado que vaga por los túneles de mantenimiento más profundos. La leyenda dice que fue una creación tan perfecta que desarrolló una conciencia vacía. Ahora, roba piezas de otros constructos —un engranaje de un reloj, una lente de un autómata vigía, un cable de un telégrafo— no por malicia, sino en un intento desesperado por ensamblar un “corazón” que le permita sentir algo, cualquier cosa.
El Latido del Titán: Algunos sabios Gnomos, mientras escuchan las vibraciones de la ciudad con sus estetoscopios sónicos, susurran una teoría aterradora. Afirman que el sonido rítmico de los engranajes de Vatilleurs no es mecánico, sino orgánico: es el latido de un titán de tierra colosal que duerme bajo la geoda. La ciudad, con su movimiento perpetuo, es lo que lo mantiene en un sueño profundo y tranquilo. Si por alguna razón el Gran Reloj se detuviera y el silencio cayera sobre Vatilleurs, el titán despertaría.