categoria: Reinos y Geografía cultura: Cultura del Contrato Silencioso dg-publish: true fundador: Gryx el Contable gobierno: Plutocracia de Acreedores localizacion: El Cañón de la Deuda, en las tierras yermas de Mor’dhul nombre: Selorith poblacion_razas: Goblins, Tieflings, Hobgoblins, Humanos (esclavos), Parias reino: Mor’dhul religion: Culto a Gyth’kai, la Diosa del Sacrificio subcategoria: Ciudades tags: - ciudad - ciudades - lithernia - mor’dhul - reinos_y_geografía tipo: Ciudad de Pactos title: Selorith summary: Selorith es una ciudad tallada en un cañón de obsidiana, donde la ambición y la traición son moneda. Gobernada por pactos de sangre y deudas eternas, su sociedad se basa en contratos sellados con miedo, dominada por tieflings, hobgoblins y goblins.
Selorith no es una ciudad construida, sino una herida tallada en la roca. Esculpida en las paredes verticales de un cañón de obsidiana sin fondo, conocido como el Cañón de la Deuda, la ciudad es una pesadilla de verticalidad y paranoia. No hay calles, solo una red laberíntica de puentes de cuerda que se balancean sobre el abismo y escaleras precarias que se aferran a la roca. La sociedad aquí es una transacción perpetua, un cálculo brutal donde la ambición, la astucia y la traición son las únicas monedas con valor real. El valor de un alma se mide por su utilidad o el precio que se puede obtener por ella, y todo, desde secretos prohibidos hasta la servidumbre eterna, se comercia abiertamente en el infame Mercado Susurrante.
La leyenda cuenta que Selorith fue fundada por un goblin legendario, Gryx el Contable. En lugar de oro, Gryx vio riqueza en el propio abismo. Se dio cuenta de que el cañón era el lugar perfecto para un nuevo tipo de sociedad: una donde los contratos no se sellaban con tinta, sino con miedo. Estableció el primer “Pacto de Sangre”, fundando la ciudad sobre el principio de que la deuda es una jaula más fuerte que cualquier muralla.
La cultura del Contrato Silencioso floreció, atrayendo a los más ambiciosos y despiadados de Mor’dhul. La veneración a Gyth’kai, la Diosa del Sacrificio, se arraigó de forma natural. Su dogma, “todo gran logro exige una ofrenda”, santificó la brutalidad del sistema. Los negocios se convirtieron en rituales y la política en un acto de sacrificio constante. Con el tiempo, los Tieflings más astutos ascendieron a las cumbres, los Hobgoblins se convirtieron en los ejecutores de las deudas y los Goblins pulularon en los niveles inferiores, prosperando en el caos que ellos mismos habían creado. Hoy, Selorith es el corazón financiero y contractual de la oscuridad, un lugar donde una firma puede condenarte más rápido que una espada.
Las Cúspides: Los niveles más altos del cañón, reservados para la élite tiefling y los acreedores más poderosos. Aquí, mansiones ornamentadas están talladas directamente en la roca, adornadas con gárgolas que representan las almas de deudores. Puentes privados de acero y hueso conectan estas fortalezas aéreas, ofreciendo vistas panorámicas del abismo y de la miseria que se encuentra debajo. Es un lugar de lujo silencioso y conspiraciones mortales.
El Sumidero: El fondo del cañón, una cloaca perpetuamente en sombras donde se acumulan los desechos de la ciudad y sus habitantes más desafortunados. Es el dominio de los Goblins y los parias, un laberinto de túneles húmedos y chabolas improvisadas construidas con basura y restos. La supervivencia en El Sumidero depende de la astucia y de la capacidad de pasar desapercibido.
El Mercado Susurrante: El caótico corazón de Selorith, situado en los niveles intermedios. Es una vasta red de plataformas y puentes colgantes donde todo tiene un precio. Los puestos venden venenos, artefactos malditos, información robada y contratos de esclavitud. El aire está cargado del murmullo de tratos clandestinos, el chirrido de las cuerdas y el olor a miedo y especias exóticas.
El Templo del Balance: Más que un lugar de culto, es el banco central de Selorith. Dedicado a Gyth’kai, este edificio austero de basalto pulido es donde se ratifican los Pactos de Sangre. En su interior, los altares de obsidiana están manchados con la sangre de incontables contratos, y en sus bóvedas no se guarda oro, sino los pergaminos de piel humana que registran las deudas de alma que mantienen a la ciudad en funcionamiento.
La vida en Selorith es una negociación constante. Cada interacción es una evaluación de riesgo y beneficio. Las costumbres más sagradas son de naturaleza contractual:
El Pacto de Sangre: Para cualquier trato de importancia, los firmantes mezclan su sangre en un cuenco sobre un altar de Gyth’kai. Se cree que esto vincula sus almas al acuerdo, y romperlo invita no solo a la ira de la otra parte, sino también a la de la diosa.
La Subasta de Sombras: Un evento mensual clandestino al que solo asiste la élite. Aquí no se pujan por bienes, sino por secretos, favores y las deudas de otros, permitiendo a los poderosos adquirir influencia y destruir rivales sin levantar una espada.
La Cosecha Roja: El festival anual más importante. Para asegurar la prosperidad de la ciudad, se realizan sacrificios públicos a Gyth’kai. Las víctimas son los “improductivos”: los deudores insolventes, los esclavos rebeldes y los comerciantes fracasados. Son arrojados al abismo en una ceremonia sombría que la ciudad contempla como una purga necesaria para “equilibrar las cuentas”.
Selorith es una obra de ingeniería desesperada y cruel. Los edificios parecen garras que se aferran a las paredes del cañón. La arquitectura está dominada por puentes de cuerda precarios, poleas chirriantes y escaleras de vértigo. El ambiente es opresivo, con el eco constante del viento que aúlla a través del cañón y la amenaza perpetua de una caída mortal. La decoración es macabra: gárgolas con rostros de almas atormentadas vigilan desde las cornisas y Runas de esclavitud brillan con una luz enfermiza en los dinteles de los talleres y barracones. El símbolo de la ciudad, una moneda de obsidiana agrietada sostenida por una mano esquelética, se ve por todas partes, un recordatorio constante de que en Selorith, hasta la muerte es una transacción.
El Eco del Deudor: Se dice que el fantasma de un goblin llamado Fizzle, estafado en el trato que le costó el alma, aún vaga por el Mercado Susurrante. No se le ve, pero su risa ahogada y su susurro (“un mal trato, un mal trato…”) se escuchan justo antes de que se cierre un contrato fraudulento. Los comerciantes más supersticiosos realizan pequeños rituales para ahuyentar su eco, temiendo que su presencia anule la magia de sus pactos.
El Hambre del Cañón: La leyenda más oscura y temida afirma que el propio cañón no es una formación geológica, sino una entidad primordial dormida, un dios olvidado del hambre y el olvido. Se cree que la ciudad es solo un parásito en su piel y que los sacrificios arrojados al abismo no se pierden en la nada, sino que alimentan a la bestia. Los sumos sacerdotes de Gyth’kai temen en secreto que si los sacrificios cesan o no son lo suficientemente grandes, el cañón despertará para devorar Selorith de un solo bocado, saldando la deuda final.