categoria: Reinos y Geografía cultura: Híbrida (Mor’dhul/Semielfa reprimida) dg-publish: true fundador: Desconocido (Origen semielfo) gobierno: Señor-Regente (Teocracia autoritaria) localizacion: Bosque de Espinas Susurrantes nombre: Lywathil poblacion_razas: Orcos, Semielfos, Tieflings, Hobgoblins, Humanos reino: Mor’dhul religion: Panteón Korogrim (Oficial), Culto al Primer Rey y Panteón Élfico (Clandestino) subcategoria: Ciudades tags: - ciudad - ciudades - lithernia - mor’dhul - reinos_y_geografía tipo: Ciudad Ocupada title: Lywathil summary: Lywathil, ciudad semielfa en el Bosque de Espinas Susurrantes, fue un santuario de arte y naturaleza. Tras su conquista por Mor’dhul, se transformó en un bastión oscuro y opresivo, dominado por orcos y hobgoblins, donde la resistencia semielfa sobrevive en secreto.
Lywathil es una ciudad de belleza subyugada, una herida abierta en el corazón del Bosque de Espinas Susurrantes. Sus cimientos son de una gracia olvidada, con elegantes arcos de piedra pálida y torres esbeltas que una vez buscaron el cielo. Pero sobre esta delicadeza, la mano de Mor’dhul ha impuesto su brutalidad: bastiones de obsidiana afilada perforan las antiguas fachadas, contrafuertes de hierro negro estrangulan las plazas, y gárgolas con los rostros de Sel’thirak y Kromagul vigilan desde las alturas, reemplazando a los grifos y sílfides de antaño. La ciudad vive bajo un velo de melancolía perpetua, un silencio pesado que ni los gritos de los capataces Orcos ni los cánticos oscuros de los templos logran disipar.
Las crónicas prohibidas susurran que Lywathil, cuyo nombre original se ha perdido por miedo a una maldición, fue una vez un santuario semielfo dedicado a la armonía entre el arte y la naturaleza. Fundada tras el Cataclismo del Lilium por exiliados que veneraban a Lerian y Ferion, la ciudad era famosa por sus poetas, sus jardines colgantes y su arquitectura que parecía crecer del propio bosque. Pero su luz atrajo la sombra. Hace dos siglos, los ejércitos de Mor’dhul la conquistaron en una campaña sangrienta, considerándola una afrenta a la estética de la fuerza y la oscuridad.
El Rey-Dios Sel’thirak instaló al Lord-Regent Malakor Vex, un tiefling cuya lealtad es tan afilada como su crueldad, para erradicar todo vestigio de la cultura original. La población semielfa fue esclavizada o reducida a ciudadanos de tercera clase, mientras la ciudad se llenaba de Orcos para las fábricas de guerra y Hobgoblins del Clan Kromagul para garantizar que el miedo mantuviera el orden. Lywathil se convirtió en un símbolo del poder de Mor’dhul: una joya arrancada de su engaste y forjada en un arma.
El Bastión del Regente: Antaño el Palacio de los Ecos, ahora es una fortaleza profanada. Malakor Vex gobierna desde la aguja más alta, una torre de mármol blanco ahora envuelta en una jaula de hierro forjado. Las banderas carmesí con el cráneo espinado ondean donde antes había estandartes de hojas y estrellas.
El Distrito de Hierro: El corazón industrial de la ciudad, donde los Orcos trabajan día y noche en forjas que vomitan un humo negro y espeso. El aire apesta a metal, sudor y carbón. Las calles son anchas y funcionales, diseñadas para el paso de tropas y maquinaria de asedio.
El Enclave del Sauce: El antiguo corazón de la ciudad, ahora un gueto para la población semielfa. Aquí, las calles son estrechas y laberínticas, y la arquitectura original, aunque en ruinas y cubierta de mugre, aún muestra su elegancia espectral. Es un laberinto de susurros y miradas furtivas, el nido de la resistencia.
La Plaza del Dolor: Un espacio abierto y desolado dominado por el gran templo de Kromagul. En su centro hay jaulas y pilares de tortura donde se hacen ejemplos públicos. Los Hobgoblins patrullan constantemente, buscando cualquier signo de disidencia o debilidad.
La vida en Lywathil es una dualidad constante. En público, todos se someten a la cultura de Mor’dhul. Se asiste a los rituales obligatorios en los templos oscuros y se celebra la “Fiesta de la Subyugación” con un entusiasmo forzado. Sin embargo, en la clandestinidad, los Semielfos se aferran a su identidad. Su símbolo de resistencia es una hoja de sauce plateada, grabada en el reverso de una cuchara o tejida en el forro de una capa. Su acto de desafío más sagrado es el “Susurro del Sauce”, una reunión anual en la noche más oscura, donde se reúnen en silencio en sótanos ocultos para honrar a sus ancestros y al Primer Rey, su único símbolo de una posible liberación.
El paisaje urbano es un campo de batalla arquitectónico. Gráciles puentes de piedra son “reforzados” con vigas de hierro oxidado, delicados mosaicos en el suelo están rotos por el peso de estatuas de señores de la guerra Orcos, y las fuentes que una vez cantaron con agua limpia ahora borbotean con un lodo aceitoso. El aire es frío y húmedo, y una niebla perpetua parece aferrarse a las calles más bajas del Enclave del Sauce. La atmósfera es de resignación y dolor, pero bajo esa capa de desesperanza, arde una brasa de odio y determinación que se niega a extinguirse.
El Nombre Maldito: Se dice que el verdadero nombre de la ciudad está ligado al alma de su fundadora, una poderosa hechicera semielfa. Pronunciarlo en voz alta no la invoca para buscar venganza, sino que atrae a su espíritu afligido, cuyo lamento puede volver locos a los oyentes y marchitar todo lo vivo a su alrededor. Por eso, incluso los ocupantes de Mor’dhul evitan buscarlo, temiendo desatar una plaga que no puedan controlar.
El Santuario Enterrado: La leyenda más peligrosa afirma que el templo principal de Sel’thirak fue construido deliberadamente sobre un antiguo santuario dedicado al Primer Rey. La melancolía que impregna la ciudad no es solo tristeza, sino la energía suprimida del Rey, que lucha contra la oscuridad desde abajo. Se cree que esta energía nutre en secreto la voluntad de la resistencia. Si los Hijos del Sauce alguna vez lograran alcanzar y reactivar el santuario, la ciudad entera podría convertirse en un faro de rebelión capaz de desafiar al propio Rey-Dios.