categoria: Reinos y Geografía cultura: Iriundeliana dg-publish: true fundador: Lyraenus el Doliente (legendario) gobierno: Oligarquía de Maestros Artistas localizacion: Cañones de la Agonía nombre: Iriundel poblacion_razas: Tieflings, Hobgoblins, Goblins, Shadar-kai reino: Mor’dhul religion: Kromagul, Gyth’kai, Sel’thirak (formal) subcategoria: Ciudades tags: - ciudad - ciudades - lithernia - mor’dhul - reinos_y_geografía tipo: Ciudad title: Iriundel summary: Iriundel, capital estética de Mor’dhul, es una ciudad suspendida en los Cañones de la Agonía donde el dolor y la crueldad se elevan a arte. Gobernada por cultos al sufrimiento, sus habitantes compiten en expresiones de agonía refinada y decadencia.
Suspendida en los desolados Cañones de la Agonía, Iriundel es la capital de la belleza macabra en Mor’dhul. No es una ciudad de poder militar, sino de influencia estética, donde la crueldad se refina hasta convertirse en un arte y el sufrimiento es la musa suprema. Sus delgadas torres de basalto pulido se alzan como agujas contra un cielo perpetuamente gris, adornadas con gárgolas que son en realidad elementales menores, petrificados en eternos gestos de tormento. Aquí, el estatus no se mide en oro o ejércitos, sino en la sofisticación del dolor que uno puede infligir o expresar. Sus calles son galerías silenciosas y sus habitantes, artistas y críticos de una sinfonía de decadencia.
Las Leyendas afirman que Iriundel fue fundada sobre las ruinas de un santuario elfo por Lyraenus el Doliente, un archimago exiliado que buscaba un lugar donde la belleza sombría pudiera florecer sin juicios. Su visión era crear arte a partir de la melancolía y la pérdida. Sin embargo, tras la misteriosa desaparición de Lyraenus, su utopía de tristeza se corrompió. Los cultos a Kromagul, el Dios del Dolor, y Gyth’kai, la Diosa del Sacrificio, se apoderaron de la ciudad, pervirtiendo la visión del fundador. La melancolía se transformó en agonía, y el sacrificio artístico se volvió literal. Hoy, Iriundel es una teocracia artística donde los devotos de Kromagul compiten por crear las obras más exquisitamente dolorosas, mientras el culto formal a Sel’thirak se mantiene como una formalidad política, una cáscara vacía frente a la verdadera pasión por el sufrimiento.
El Anfiteatro de la Agonía Eterna: Una colosal arena de mármol veteado de rojo, donde no se celebran justas, sino “performances”. Aquí, los duelos son a la “primera cicatriz artística”, combates rituales donde el objetivo es dejar una marca bella y significativa en el oponente. También es el escenario de sacrificios a Gyth’kai, concebidos como complejas obras de teatro sangrientas.
La Galería de los Susurros: El distrito Noble, donde las mansiones góticas albergan las colecciones de arte más prestigiosas. Sus muros están adornados con esculturas hechas de hueso pulido y almas vinculadas, cuyos lamentos silenciosos son considerados la más alta forma de música. Los famosos “vitrales de alma” de la ciudad atrapan ecos espectrales, proyectando sombras danzantes de los muertos en los salones de la élite.
Los Talleres del Crepúsculo: Un laberinto de callejones estrechos y sombríos donde los artesanos —nigromantes, poetas fantasmales, ilusionistas y escultores de carne— practican su oficio. El aire está cargado con el olor a incienso, formol y la energía de la magia oscura. Es un lugar peligroso donde los asistentes Goblins a menudo terminan como “material” para una obra inacabada.
El Enclave Velado: Un distrito aislado y silencioso habitado por un misterioso grupo de Shadar-Kai. Atraídos por la estética de la ciudad, viven apartados, observando y perfeccionando su propia comprensión del dolor y la sombra. Rara vez interactúan con los demás, pero se rumorea que son los jueces secretos de todo el arte de Iriundel.
La vida en Iriundel es una competición constante de expresión artística. Los saludos no son verbales, sino gestos de estudiada melancolía. Un regalo común y apreciado es una “lágrima de obsidiana”, una joya finamente tallada que simboliza un dolor elegantemente soportado. El evento social más importante del año es el “Festival del Lienzo Silencioso”, una competición donde los nigromantes más talentosos de Mor’dhul presentan sus creaciones: no-muertos reanimados y esculpidos para exhibir una belleza trágica y silenciosa. El ganador es nombrado “Artista Primus” del año, un título de inmenso prestigio. La moda consiste en ropajes oscuros y elaborados, a menudo adornados con fragmentos de hueso o gemas que simbolizan heridas pasadas.
Iriundel es una obra de arte gótica y recargada. Las estructuras desafían la gravedad con agujas y arbotantes que parecen esqueletos de Lithernia/07_Bestias_Monstruos/Bestias colosales. El mármol veteado de rojo da la impresión de que los edificios sangran lentamente. No hay colores vivos; la paleta de la ciudad es de negros, grises, blancos hueso y el carmesí de la sangre y la piedra. El ambiente es de una calma opresiva. No hay bullicio, solo el eco de pasos sobre el pavimento de basalto y, si uno escucha con atención, el susurro incorpóreo de los espíritus atrapados en el arte de la ciudad. El símbolo de Iriundel, una rosa negra goteando sangre sobre una telaraña de plata, se encuentra grabado en puertas, estandartes y en la piel de sus ciudadanos.
El Juicio del Fundador: Se susurra que el espíritu de Lyraenus, el fundador elfo, nunca abandonó la ciudad. Se dice que su fantasma vaga por la Galería de los Susurros por la noche, juzgando las obras de sus sucesores. Una obra que le desagrada amanece convertida en polvo, y su creador a menudo desaparece sin dejar rastro.
El Reflejo del Lilium: Una leyenda persistente afirma que ciertos espejos antiguos en Iriundel, pulidos con polvo de almas, no reflejan el rostro de quien los mira, sino un fragmento del Cataclismo del Lilium. Mirar demasiado tiempo en ellos es invitar a la locura, pues El_Cataclismo_del_Lilium amenaza con consumir la mente del espectador.
El Escultor Silencioso: La leyenda más temida es la del “Escultor Silencioso”, una entidad que vaga por la ciudad en las noches sin luna. No busca víctimas para matar, sino modelos. Secuestra a ciudadanos de particular belleza o con una expresión de profundo pesar y los lleva a su taller oculto, donde los transforma, aún vivos, en estatuas de carne y hueso, obras maestras de un terror perfecto y perpetuo.