categoria: Reinos y Geografía cultura: Astral-marina dg-publish: true fundador: Lyrion Astranave gobierno: Concilio de las Mareas localizacion: Acantilados de la Luna Perlada, costa oeste de Galvorn nombre: Elwethis poblacion_razas: Humanos, Semielfos, Genasi de agua, Elfos del bosque reino: Galvorn religion: Culto a Yfrit, con sincretismo de Arzia y Taladrios subcategoria: Ciudades tags: - ciudad - ciudades - galvorn - lithernia - reinos_y_geografía tipo: Ciudad de los Acantilados title: Elwethis summary: Elwethis es una ciudad vertical tallada en acantilados frente al océano, dedicada a la contemplación y la conexión con el mar y las estrellas. Fundada por náufragos, es hogar de astrónomos, místicos y pescadores que veneran las mareas y constelaciones.
Tallada directamente en los acantilados de piedra caliza que se enfrentan al océano infinito, Elwethis no es un puerto bullicioso como otros de Galvorn, sino un santuario de contemplación. Es una ciudad vertical, una cascada de terrazas blancas y puentes colgantes que descienden desde las cumbres barridas por el viento hasta las cuevas marinas besadas por la espuma. Sus faros no queman aceite, sino que proyectan la luz de cristales mágicos a través de cortinas de agua, creando patrones únicos que guían a los navegantes. Aquí, la conexión con el mar es tan profunda como la devoción por las estrellas, y sus gentes creen que el destino de un barco no lo dicta el timón, sino las constelaciones que brillan sobre él.
Elwethis fue fundada hace siglos, no por conquistadores ni mercaderes, sino por un grupo de náufragos liderados por el cartógrafo semielfo Lyrion Astranave. Perdidos en una tormenta que habría reclamado a cualquier otra tripulación, Lyrion guio a los suyos a la seguridad siguiendo el tenue brillo de una constelación desconocida y las corrientes de Maná que solo él podía percibir en el agua. Al llegar a estos acantilados, juraron honrar al océano y al firmamento por igual. En lugar de construir un puerto para desafiar al mar, tallaron su hogar en la roca para vivir en simbiosis con él. Así nació Elwethis, una ciudad de filósofos, astrónomos y místicos del mar, cuya riqueza no se mide en oro, sino en Mapas estelares y en el conocimiento de las mareas secretas del mundo.
Las Terrazas Colgantes: El corazón de la ciudad. Una red de terrazas escalonadas donde se encuentran los mercados, talleres y la mayoría de las viviendas. Los puentes de cuerda y madera encantada se balancean sobre el abismo, y en sus barandillas se cuelgan instrumentos de concha que el viento convierte en música melancólica.
El Observatorio de la Marea: Situado en el punto más alto del acantilado, es un complejo de cúpulas de cristal y observatorios al aire libre. Aquí, los Cartógrafos Astrales estudian los cielos y el flujo del Maná, trazando las rutas marítimas más seguras y prediciendo el clima con una precisión legendaria.
El Refugio de Coral: Los distritos inferiores de la ciudad, excavados en las amplias cuevas marinas en la base del acantilado. Las viviendas son más humildes, a menudo decoradas con corales bioluminiscentes y mosaicos de nácar. Sus habitantes son pescadores, buceadores y genasi de agua que sienten una profunda conexión con las profundidades.
El Santuario del Eco: El principal centro religioso de Elwethis. No es un edificio, sino una inmensa gruta natural abierta al mar. Las olas rompen en su interior, y sus paredes están recubiertas de cristales que reflejan la luz de la luna, creando un espectáculo sobrecogedor. Aquí se rinde culto a Yfrit, Arzia y Taladrios, pidiendo guía en las mareas del tiempo y el destino.
La vida en Elwethis está dictada por los ciclos del océano y el cielo. Cada amanecer comienza con el “Beso de Yfrit”, un sencillo ritual donde cada habitante toca la superficie del mar para mostrar respeto y gratitud. El comercio se realiza a menudo mediante el trueque, donde una historia bien contada o un fragmento de un mapa perdido es más valioso que una bolsa de monedas. Su festividad más importante es el “Festival de las Mareas Vivas”, celebrado dos veces al año, cuando lanzan al océano miles de ofrendas hechas con algas luminiscentes, creando un río de luz que, según creen, guía a los espíritus de los ahogados de vuelta a las estrellas. Su símbolo, una concha de nautilus plateada sobre un fondo de tres estrellas azules, se ve por toda la ciudad, recordando su doble devoción.
Elwethis es una obra de arte orgánica, donde cada estructura parece haber crecido del propio acantilado. Las casas colgantes, las escaleras en espiral talladas en la roca y los balcones que se asoman al vacío dan la impresión de una ciudad que flota entre el cielo y el mar. El aire está siempre cargado con el olor a sal y ozono, y el sonido dominante es el rugido rítmico de las olas rompiendo contra la base de la ciudad, un latido constante que tranquiliza a sus habitantes. Por la noche, la ciudad apenas usa antorchas; se ilumina con el brillo suave de los cristales mágicos, las algas luminiscentes y, sobre todo, la abrumadora claridad de las estrellas en un cielo sin la contaminación lumínica de otras metrópolis.
La Gruta del Eco Eterno: Los ancianos susurran que en las cuevas más profundas, sumergidas bajo Elwethis, se encuentra una caverna donde las voces del pasado nunca mueren. Se dice que allí resuenan los susurros de cada navegante que se ha hecho a la mar, las profecías del propio océano y los secretos de Yfrit. Escuchar el eco puede otorgar una sabiduría inmensa, pero la cacofonía de miles de voces ha llevado a más de un buscador a la locura.
El Leviatán de Coral: Se cree que la ciudad no solo está protegida por los acantilados, sino también por un guardián silencioso. La leyenda habla de un leviatán colosal, una criatura ancestral hecha de coral vivo, que duerme en los arrecifes cercanos. Es un ser pacífico, pero despertará con una furia elemental si alguna vez la ciudad o sus habitantes se ven amenazados por una gran maldad.
El Corazón de la Tempestad: Una historia contada como advertencia a los ambiciosos. Habla de una gema élfica, dejada en la ciudad por un elfo del bosque errante, que tiene el poder de calmar cualquier tormenta. Sin embargo, el artefacto está maldito: mientras protege de la furia de la naturaleza, atrae la furia de los hombres, sembrando la discordia, la envidia y la desgracia en la vida de quien lo posea. Se dice que está perdida en algún lugar de las cuevas, esperando a su próximo y desventurado dueño.