cultura: Petravita dg-publish: true fundador: Kaelen, el Primer Guardián gobierno: Consejo de los Guardianes de la Roca y la Raíz localizacion: Montañas del Eco Silencioso, Reino de Valtoria nombre: Alfor poblacion_razas: Enanos, Genasi de Tierra, Druidas (mixto), Gnomos reino: Valtoria religion: Fe Sincrética (Cirkon y Ferion) tags: - ciudad - ciudades - lithernia - reinos_y_geografía - valtoria tipo: Ciudad-Árbol Petrificado title: Alfor categoria: Reinos y Geografía subcategoria: Ciudades summary: Alfor es una ciudad tallada en un árbol petrificado en las Montañas del Eco Silencioso, fundada por enanos y druidas tras las Guerras Dracónicas. Su cultura Petravita honra la paciencia y la naturaleza, con rituales como el “Silencio Anual” y el arte del “canto-roca”.
En las profundidades de las Montañas del Eco Silencioso, donde los picos de Valtoria se encuentran con los bosques ancestrales, yace Alfor. No es una fortaleza excavada en la roca ni una ciudad erigida con mortero, sino un milagro de la naturaleza y la paciencia. La ciudad entera está tallada verticalmente dentro y sobre el tronco de un árbol colosal petrificado hace eones, una maravilla geológica conocida como “El Corazón de Kaelen”. Sus calles son las vetas de la piedra-madera, sus salones son cavidades naturales pulidas por el tiempo, y su luz es el suave resplandor de musgos y hongos bioluminiscentes que emiten un perpetuo crepúsculo verde y azul.
Alfor fue fundada no por conquista, sino por escucha. Tras las devastadoras Guerras Dracónicas, un clan de Enanos y un círculo de druidas, cansados de la destrucción, buscaron un lugar donde la permanencia de la piedra y la tenacidad de la vida pudieran coexistir en armonía. Fueron guiados por Kaelen, un Druida Genasi de Tierra que afirmaba oír una canción lenta y profunda en el viento de las montañas. La canción los llevó al titánico árbol petrificado. Los Enanos vieron en él una fortaleza inexpugnable; los druidas, un monumento a la resiliencia de la vida. Juntos, establecieron una nueva cultura, la “Petravita”, y fundaron Alfor. En lugar de perforar la roca, tallaron con reverencia, siguiendo las formas que el árbol les ofrecía. La ciudad se convirtió en un santuario para quienes veneran a Cirkon, la diosa de la roca, y a Ferion, el dios de la naturaleza, creyendo que El Corazón de Kaelen es la manifestación sagrada de su unión.
La Corteza Madre: El corazón espiritual y geográfico de Alfor. Es una vasta cámara circular en la base del tronco donde la textura de la corteza petrificada es más intrincada. Aquí se celebran los ritos más importantes, como la bendición de los recién nacidos y la resolución de disputas. La acústica del lugar es perfecta para el “canto-roca”.
Las Galerías de la Veta: Los distritos residenciales de Alfor son una red de túneles y estancias que siguen las vetas naturales de la madera fosilizada. Cada hogar es único, con relieves tallados por sus habitantes a lo largo de generaciones. Están conectados por puentes colgantes hechos de enredaderas vivas, reforzadas con magia druídica para soportar el peso.
El Jardín Luminoso: Una serie de cavernas húmedas donde los druidas y un pequeño enclave de Gnomos cultivan los musgos y hongos bioluminiscentes que iluminan la ciudad. Los Gnomos utilizan los minerales únicos extraídos de la piedra-madera para crear artefactos alquímicos y pociones de una potencia singular.
La Corona Silenciosa: La cúspide del árbol petrificado, una plataforma natural abierta al cielo de Valtoria. Este lugar, a menudo barrido por el viento de las cumbres, es donde la ciudad entera se reúne para el “Silencio Anual”, un día de meditación para escuchar la voz de la montaña y del árbol.
La cultura Petravita venera la paciencia y los ciclos largos. El arte principal es el “canto-roca”, una forma de canto gutural y resonante que, según creen, armoniza con la memoria de la tierra. Las disputas no se resuelven con duelos, sino con “Pruebas de Paciencia”: tareas meditativas y prolongadas, como cuidar un jardín de cristales o tallar un relieve complejo, donde el primero en perder la calma pierde la disputa. Una vez al año, durante el “Silencio Anual”, toda la ciudad cesa su actividad y su ruido, sumiéndose en una quietud absoluta para “escuchar” los susurros del Corazón de Kaelen. Su símbolo es una hoja fosilizada de color gris, perfectamente conservada, rodeada por una enredadera verde y viva que forma un círculo a su alrededor, representando su filosofía.
Estar en Alfor es como habitar dentro de un ser ancestral. Las paredes de piedra-madera son frías al tacto, pero sus patrones orgánicos recuerdan a un bosque dormido. No hay esquinas afiladas; todo es curvo y fluido. El aire es fresco y huele a tierra húmeda, a ozono y al sutil aroma mineral de los hongos luminosos. El único sonido constante, aparte del trabajo de los artesanos, es el eco lejano del “canto-roca”, que vibra a través de la misma estructura de la ciudad, creando una atmósfera de paz profunda y solemne.
El Corazón Latente: Se susurra entre los mineros y los druidas más viejos que no todo el árbol se convirtió en piedra. En las raíces más profundas, donde nadie se atreve a ir, el corazón de Kaelen nunca se petrificó. Se dice que late aún, una vez por año, como un orbe de pura energía vital protegido por antiguos elementales de tierra que despiertan si alguien con malas intenciones se acerca demasiado.
La Sombra del Leño Muerto: No todos en Alfor creen en la armonía. Una secta secreta, los “Hijos del Leño Muerto”, considera que el espíritu remanente del árbol es una jaula que aprisiona un poder inmenso. Buscan en secreto los componentes para un ritual que “mataría” definitivamente al espíritu, convencidos de que su liberación desataría una fuerza destructiva capaz de remodelar las montañas, un poder que ansían controlar.