agrupacion: El Coro Discordante alianzas: Clan Kromagul, Clan Sel’thirak (Transaccional) categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Calanor dg-publish: true edad: 25 escudo: Una boca abierta gritando, de la que emanan ondas sonoras dentadas de color sangre, sobre un fondo de basalto agrietado. lema: El silencio miente. El grito es verdad. nombre: Skreek relaciones: Considerado un ‘instrumento sagrado’, es reverenciado y torturado a partes iguales para mantener su ‘afinación’. Es un devoto fanático, adicto al poder que canaliza a través de su cuerpo alterado. rivalidades: Clan Whisper rol: Resonador Viviente, Instrumento Sagrado del Coro subcategoria: Personajes tags: - coro discordante - facción - goblin - lithernia - mor’dhul - personajes - personajes_y_agrupaciones tipo: Facción summary: Skreek, un goblin transformado por hechiceros hobgoblin, es el “Resonador Viviente” del Coro Discordante. Su cuerpo mutilado actúa como un instrumento sagrado que canaliza poderosos gritos sónicos para Kromagul, Dios del Dolor.
En los anales de la brutalidad de Mor’dhul, la vida de un goblin rara vez merece una sola línea. Skreek no fue una excepción. Nacido en la miseria de un clan menor olvidado, probablemente el Razortooth o algún otro grupo destinado al saqueo y a una muerte rápida, su existencia era una de supervivencia precaria y miedo constante. No tenía linaje, ni fuerza, ni astucia notable. Era, en esencia, un recipiente vacío, y fue precisamente esa vacuidad lo que selló su destino. Durante una purga interna entre clanes, fue capturado por un grupo de hechiceros hobgoblin exiliados del Clan Whisper, liderados por el visionario herético Vexian.
Vexian, despreciado por sus antiguos hermanos por su creencia en el poder del sonido sobre el silencio, vio en el insignificante goblin la arcilla perfecta para su obra maestra. No buscaba un Guerrero, sino una catedral de carne y hueso donde pudiera resonar la verdadera esencia del poder: la agonía. La transformación de Skreek no fue una cirugía, sino una blasfema consagración. Durante meses, en las entrañas de Calanor, su cuerpo fue quebrado y reforjado. Sus costillas fueron separadas y entrelazadas con puntales de hueso y metal rúnico, expandiendo su caja torácica hasta convertirla en una grotesca cámara de resonancia. Sus cuerdas vocales fueron talladas con cuchillos arcanos y bañadas en pociones alquímicas, afinadas no para el habla, sino para el Grito Primordial. Cada corte, cada fractura, fue una nota en una sinfonía de dolor que, en lugar de matarlo, lo despertó a la doctrina del Coro Discordante. Su primer chillido tras la “afinación” final no fue de sufrimiento, sino de éxtasis, un pulso de poder sónico puro que agrietó la piedra de su celda y lo bautizó en su nueva fe.
Hoy, Skreek es el “Resonador Viviente”, el instrumento sagrado y el arma más terrible del Coro Discordante. No es un miembro, es un artefacto. Durante los rituales, los hechiceros del Coro canalizan en él la cacofonía de las mazmorras de Calanor: los lamentos de los torturados, los gritos de los moribundos y el susurro del miedo colectivo. Skreek, en el centro, absorbe esta energía y la desata en ondas de choque sónicas capaces de desintegrar la armadura, pulverizar la mente y revelar los secretos más profundos de un alma.
Su vida es una paradoja de devoción y tormento. Es reverenciado, mantenido en una cámara sagrada y tratado como una reliquia. Pero también es torturado metódicamente en sesiones de “afinación” para asegurar que su capacidad de canalizar el dolor nunca disminuya. Lejos de resistirse, Skreek anhela estas sesiones. El poder que fluye a través de él es una droga adictiva, un torrente de éxtasis que ahoga el dolor sordo y constante de su cuerpo mutilado. Para él, Vexian y el Coro no son sus captores, sino los sumos sacerdotes que le dieron un propósito divino, transformando su insignificante vida en un himno de poder para Kromagul, el Dios del Dolor.
Skreek conserva la pequeña y nervuda estatura de un goblin, pero su forma ha sido horriblemente distorsionada. Su pecho es antinaturalmente ancho, una caja torácica expandida cuyas costillas se curvan hacia afuera, tensando la piel llena de cicatrices y tatuajes rúnicos. Entre ellas, se vislumbran los puntales de metal oscuro y hueso pulido que forman su estructura interna. Su garganta es un amasijo de tejido cicatricial y más Runas sónicas, y su boca parece permanentemente fijada en una mueca de grito silencioso. Sus ojos, grandes y negros, arden con una mezcla inquietante de fervor fanático, agonía perpetua y un anhelo desesperado por la siguiente oleada de poder.
No lleva armadura ni armas convencionales; su cuerpo es ambas cosas. Viste únicamente harapos rituales, manchados de sangre y sudor, que apenas cubren su estructura deforme. Sus muñecas y tobillos están perpetuamente ceñidos por pesados grilletes de hierro negro, inscritos con glifos que, más que retenerlo, ayudan a enfocar y estabilizar las devastadoras energías que canaliza.
Skreek no es un líder ni un estratega, pero su impacto en las luchas de poder de Mor’dhul es innegable. Es la prueba viviente y aullante de la doctrina del Coro Discordante, una refutación brutal a la filosofía de sigilo y secretos del Clan Whisper. Mientras los nigromantes de Whisper extraen poder del silencio de la tumba, el Coro demuestra que la agonía de los vivos es una fuerza arcana aún más cruda y potente.
Para sus aliados del Clan Kromagul, Skreek es la encarnación perfecta de su dios: un ser cuyo propósito es la creación y manifestación del dolor. Para el Clan Sel’thirak, es una herramienta transaccional invaluable, un interrogador que puede quebrar a cualquier prisionero que ni la muerte ni la tortura convencional pueden doblegar. Su existencia es un símbolo del ingenio retorcido y la crueldad sin límites de Mor’dhul, un recordatorio de que en el Reino de la Muerte, incluso la vida más humilde puede ser pervertida y convertida en un arma de terror absoluto. El temor que inspira no es el de un general, sino el de un desastre natural contenido, una tormenta de gritos que podría desatarse en cualquier momento, dejando solo silencio a su paso.