alias: El Unificador, El Rey Eterno Sellado, El Rey Caído casa_linaje: Fundador del Linaje Real (Extinto) categoria: Personajes y Agrupaciones dg-publish: true era: Era del Primer Rey importancia: Mítica / Central para la Profecía del Retorno nombre: Primer Rey reino: Antiguo Reino Unificado de Lithernia (Destruido) relaciones: Enemigo jurado de los panteones divinos (particularmente de Sel’thirak, quien participó en su sellado); venerado como mártir y esperanza por cultos secretos, facciones rebeldes y descendientes de su antiguo pueblo. residencia: Prisión Eterna, sellado bajo la tierra de Lithernia rol: Monarca unificador deificado, profeta de la humanidad, sellado por los dioses subcategoria: Personajes tags: - deidad_caida - lanzas_celestiales - lilium - lithernia - mártir - personajes - personajes_y_agrupaciones - profecia - unificador summary: El Primer Rey unificó Lithernia y desafió a los dioses, desatando una guerra divina. Sellado con cuatro lanzas celestiales y atrapado en tormento eterno, su retorno profetizado es esperanza y temor para el mundo.
El Primer Rey, conocido en los anales de la historia como el Unificador, es la figura más trascendental y trágica de Lithernia. Fue el único monarca mortal que logró unificar a todas las razas bajo un único estandarte, inaugurando una edad de oro legendaria. Su desafío a los dioses lo convirtió en un mártir, y su eventual retorno, anunciado en profecías, es hoy la mayor esperanza y el más profundo temor del mundo.
El Ascenso del Unificador En la caótica era que siguió a la Caída Dragónica, Lithernia era un mosaico de tribus en guerra, reinos incipientes y tierras baldías plagadas de monstruos. De este desorden surgió un líder humano cuyo verdadero nombre se ha perdido en el tiempo. Dotado de un carisma sin igual, una sabiduría profunda y una habilidad estratégica formidable, comenzó la titánica tarea de la Unificación. Empuñando una espada forjada con escamas y hueso de dragón, no solo venció a caudillos y Lithernia/07_Bestias_Monstruos/Bestias, sino que también tejió alianzas impensables entre Humanos, Enanos y elfos, razas que hasta entonces solo conocían la desconfianza mutua.
Bajo su gobierno, Lithernia conoció una paz y prosperidad sin precedentes. Se fundaron grandes ciudades, se abrieron rutas comerciales seguras y florecieron las artes y el conocimiento. El Primer Rey gobernaba con una justicia y una visión que inspiraron una lealtad tan profunda en su pueblo que comenzaron a venerarlo no como un simple monarca, sino como un dios viviente, el verdadero protector de los mortales.
La Rebelión contra los Cielos Esta devoción masiva no pasó desapercibida para los verdaderos dioses. Celosos de su poder y temiendo perder su influencia sobre el mundo mortal, el panteón divino le lanzó un ultimátum: debía renunciar a su estatus divino y prohibir su culto, o enfrentar la ira del Lilium, un fuego eterno capaz de purgar toda la creación.
Ante la disyuntiva de someter a su pueblo o desafiar a los cielos, el Primer Rey eligió proteger a su gente. Se negó a acatar la orden divina. Con una determinación de hierro, reunió a los magos y hechiceros más poderosos de su imperio, absorbió sus energías arcanas en un ritual de poder inmenso y, montado sobre una majestuosa bestia alada, lideró un vasto ejército mortal en una guerra declarada contra los mismos dioses.
La contienda duró décadas, bañando el continente en la sangre de mortales y la esencia de seres divinos. El Primer Rey luchó con la fuerza de mil hombres, su poder arcano rivalizando con el de las deidades. Sin embargo, el poder de los mortales era finito. Con el tiempo, su ejército fue diezmado, sus generales cayeron y él quedó solo, agotado pero indomable, ante todo el panteón de dioses.
El Sellado y el Cataclismo Para poner fin a su épica rebelión, los dioses forjaron un castigo eterno. Atravesaron su cuerpo inmortal con cuatro Lanzas Celestiales, artefactos de poder cósmico que lo anclaron a la tierra y lo sellaron en una prisión subterránea, condenado a sufrir un tormento sin fin, consciente pero incapaz de morir. Las lanzas que lo aprisionan son: * Mortum: La Lanza del Fin, que canaliza la esencia de la muerte para negar su descanso. * Ultimatum: La Lanza del Destino, que impone la voluntad divina y mantiene el sello. * Requiem: La Lanza del Olvido, que intentó borrar su legado de la historia. * Chronos: La Lanza del Tiempo, que ancla su prisión fuera del flujo temporal.
Aun con su rey derrotado, la venganza de los dioses no estaba completa. Cumplieron su amenaza y desataron el Cataclismo del Lilium. Un torrente de fuego sagrado descendió sobre Lithernia, arrasando el imperio, calcinando sus ciudades y borrando casi todo rastro del glorioso legado del Primer Rey. La geografía del mundo cambió para siempre, y sobre las cenizas, los dioses crearon nuevas razas para repoblar el mundo, dando inicio a la era actual de división y conflicto conocida como la Gran Guerra.
Aunque los retratos de su era se perdieron en el Lilium, las Leyendas lo describen como un hombre de porte majestuoso y físico imponente. Sus ojos, de un color intenso y profundo, se decía que brillaban con la luz de una determinación divina, capaces de inspirar a ejércitos enteros o helar la sangre de sus enemigos.
Poderes y Habilidades: El Primer Rey fue, ante todo, un genio militar y un diplomático maestro. Como Guerrero, su habilidad era legendaria, pero su verdadero poder residía en su capacidad para canalizar la magia. Tras absorber la energía de los archimagos de su era, se convirtió en un nexo de poder arcano, capaz de moldear el Tejido del Maná a voluntad para desatar Conjuros de escala devastadora, rivalizando con los propios dioses. Su fuerza física se vio aumentada a niveles sobrehumanos, y su voluntad era tan férrea que resistió la influencia divina directa durante décadas.
Equipo Relevante: * Lanzas Celestiales (Mortum, Ultimatum, Requiem, Chronos): Más que su equipo, son los instrumentos de su tortura. Estos artefactos de poder mítico mantienen su sello y son la clave de la profecía de su retorno. Se cree que están ocultas en los lugares más remotos y peligrosos de Lithernia. * Espada de Hueso de Dragón: Su arma personal durante la Unificación, una reliquia forjada con los restos de un antiguo dragón, símbolo de la victoria de los mortales sobre las antiguas tiranías. Se desconoce su paradero. * La Bestia Alada: Una criatura leal y poderosa que le sirvió de montura en su guerra contra los cielos. Pereció en la batalla final.
El legado del Primer Rey es una paradoja que define la era actual de Lithernia. Por un lado, su historia es una advertencia sobre la arrogancia mortal y las terribles consecuencias de desafiar a los dioses. El Cataclismo del Lilium es la cicatriz imborrable que recuerda su fracaso.
Por otro lado, su figura se ha convertido en un poderoso símbolo de esperanza y rebelión. Para muchos, especialmente entre los Humanos y los Tieflings que se sienten oprimidos por el orden divino, el Primer Rey no fue un tirano, sino un mártir que se sacrificó para liberar a los mortales del yugo de dioses celosos y caprichosos.
Su impacto más profundo reside en la Profecía del Retorno del Rey. Esta antigua predicción es el hilo conductor de la esperanza en un mundo sumido en una guerra interminable. Afirma que un día, el sello de una de las Lanzas Celestiales se romperá, liberando su poder en un mortal elegido. Este Heroes, investido con la esencia del Primer Rey, reunificará Lithernia, desafiará de nuevo a los dioses y “purgará el mundo de las creaciones fallidas de los dioses”, poniendo fin a la Gran Guerra.
Esta profecía divide a las facciones del mundo: * Sus seguidores buscan activamente las Lanzas y al Heroes para restaurar la gloria perdida y vengar la injusticia divina. * Sus detractores, como el Rey Sel’thirak y los poderes establecidos, temen que su cumplimiento solo desate un caos aún mayor, o un segundo y definitivo Lilium que consuma toda la existencia.
Así, el Primer Rey, aunque ausente y sellado, sigue siendo el personaje más influyente de Lithernia. Su sombra se proyecta sobre cada reino, cada guerra y cada anhelo de paz. Es el rey perdido cuyo recuerdo alimenta una guerra de fe y cuyo retorno prometido podría ser la salvación del mundo o su destrucción final.