agrupacion: Casa Umbravenom categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Syrenya, Mor’dhul dg-publish: true edad: ‘34’ escudo: (No posee; marcado a fuego con el blasón de Umbravenom en el omóplato izquierdo) lema: ‘“Sobreviviré a este veneno. Y al siguiente.” (Lema Personal)’ nombre: Lysander ‘El Catador’ rol: Catador de Venenos y Sujeto de Pruebas de la Casa Umbravenom subcategoria: Personajes tags: - ’ ’ - ’’’’ - ‘,’ - ‘[’ - ’]’ - a - b - c - d - e - h - i - j - l - m - n - o - p - personajes - personajes_y_agrupaciones - r - s - t - u - v tipo: Esclavo Humano (Propiedad Personal de Lord Malakor) summary: Lysander, esclavo de la Casa Umbravenom, posee una resistencia sobrenatural a venenos, usada por Lord Malakor para probar toxinas. Su aguda mente registra cada veneno, esperando el momento de usar ese conocimiento para lograr su libertad.
En los sucios mercados de esclavos de la frontera de Mor’dhul, donde las vidas humanas se cotizan por debajo del acero de mala calidad, nadie habría reparado en un niño flacucho capturado en una aldea pesquera olvidada de Galvorn. Lysander no tenía linaje, ni fuerza, ni talento aparente. Su destino era una muerte anónima en las minas o en los campos de trabajo forzado. Sin embargo, los dioses, en su cruel indiferencia, le habían otorgado un don paradójico: una resistencia casi sobrenatural a las toxinas.
Su “talento” fue descubierto de la forma más brutal. Un capataz, harto de las revueltas, decidió envenenar el pozo de agua de los esclavos como lección. Mientras decenas de cuerpos se retorcían en agonía, un joven Lysander, aunque enfermo y tembloroso, sobrevivió. La noticia de este prodigio biológico llegó a oídos de los agentes de la Casa Umbravenom, siempre atentos a las rarezas que pudieran servir a su arte silencioso. Fue adquirido por una suma irrisoria y trasladado a la húmeda y corrupta ciudad portuaria de Syrenya, para ser presentado ante su nuevo amo: Lord Malakor Umbravenom.
Para Malakor, un maestro alquimista obsesionado con la perfección tóxica, Lysander no era un esclavo; era el lienzo definitivo. Se convirtió en “El Catador”, el instrumento viviente para calibrar la potencia, el sabor y la sutileza de cada veneno destilado en los laboratorios de la casa. Su vida se transformó en un ritual diario de muerte contenida. Cada mañana, con manos firmes y una voluntad de hierro, ingiere dosis controladas de venenos que matarían a un gigante en segundos. Ha aprendido a discernir la amarga arrogancia de la belladona de la fría caricia del acónito; puede identificar el origen de una toxina por el modo en que la parálisis se insinúa en sus dedos o el fuego le recorre las venas.
Su relación con Lord Malakor es una compleja danza de dependencia y odio. Malakor lo trata con el cuidado de un artesano hacia su herramienta más valiosa, asegurando su salud con antídotos y cuidados, solo para poder someterlo a tormentos mayores al día siguiente. Ve en la increíble fisiología de Lysander no a un hombre, sino un enigma científico que debe desentrañar. Lysander, por su parte, odia a Malakor con la intensidad silenciosa que solo un prisionero puede albergar, pero sabe que su supervivencia depende enteramente de su captor. Su mente, afilada por la constante proximidad de la muerte, se ha convertido en una fortaleza. En secreto, cataloga cada veneno, cada antídoto, cada debilidad química de la Casa Umbravenom, esperando el día en que pueda usar ese conocimiento para destilar su propia libertad. Es un cómplice forzado en las conspiraciones de la casa, probando los venenos que sellarán el destino de nobles y rivales, incluyendo los destinados a los enemigos de la facción de Lord Aethel, un secreto que podría costarle la vida si se revelara.
Lysander es un hombre desgastado antes de tiempo. Su cuerpo es delgado y fibroso, sin un ápice de grasa, producto de un metabolismo que lucha constantemente contra la invasión química. Su piel, otrora bronceada por el sol de Galvorn, tiene un tono pálido y enfermizo, con finas venas azuladas visibles bajo la superficie. Sus manos tiemblan con una frecuencia casi imperceptible, una secuela permanente de innumerables convulsiones. Sin embargo, sus ojos son su rasgo más llamativo: de un gris acerado, son increíblemente lúcidos, atentos y analíticos, revelando una mente que nunca descansa y que ha visto el rostro de la muerte miles de veces. En su omóplato izquierdo, la marca a fuego de la serpiente de Umbravenom es un recordatorio constante de su condición.
Como propiedad valiosa, no viste los harapos de un esclavo común. Su atuendo consiste en una túnica sencilla de lino oscuro, limpia y funcional, que le permite moverse sin restricciones. No se le permite portar armas, pero su equipamiento de trabajo es de una calidad exquisita: un juego de catadores de plata pulida, con cucharas, varillas y pequeños cuencos, que son tanto herramientas como los barrotes de su jaula dorada. Oculto en el forro de su colchón, guarda un pequeño trozo de concha marina pulida, el único recuerdo tangible de la vida que le fue arrebatada.
A los ojos de Lithernia, Lysander no es nadie, un mero esclavo humano al servicio de una casa Noble de Mor’dhul. Sin embargo, su potencial impacto es inmenso. Es un archivo andante de los secretos más oscuros de la Casa Umbravenom y, por extensión, de sus peligrosos aliados como Lord Aethel. Si alguna vez lograra escapar, su testimonio podría desmantelar redes de poder enteras, exponiendo la conspiración contra el Rey Sel’thirak y precipitando una purga que alteraría el equilibrio de todo el reino.
Más allá de la política, su propia existencia es una anomalía que desafía la biología y la Alquimia. ¿Es su resistencia un don divino olvidado, una mutación causada por la proximidad a alguna cicatriz del Lilium, o una clave genética para la creación del antídoto universal, la panacea que podría neutralizar cualquier veneno? Su sangre es, potencialmente, el ingrediente más valioso de todo Mor’dhul. En un mundo donde la traición es una moneda corriente y el veneno un instrumento de estado, el esclavo conocido como “El Catador” es una bomba de tiempo silenciosa. Su legado no será el de un Guerrero ni un rey, sino el de un catalizador: la pieza insignificante cuyo conocimiento, si se libera, podría envenenar a un imperio o purgarlo de su propia corrupción.