descripcion: Crónica sobre individuos que se convirtieron en héroes por accidente, egoísmo o instinto de supervivencia, no por elección. dg-publish: true tags: - concepto - heroes - héroes - leyendas - lithernia - personajes_y_agrupaciones tipo: Concepto title: Héroes a su Pesar categoria: Personajes y Agrupaciones subcategoria: Héroes summary: Héroes a su Pesar narra a individuos comunes y exiliados que, sin buscarlo, realizan actos heroicos en Lithernia. Sus acciones, nacidas de egoísmo o supervivencia, a menudo salvan reinos, mostrando que la grandeza surge incluso sin nobleza ni intención.
En el gran tapiz de la historia de Lithernia, tejido con los hilos de la ambición divina y la guerra mortal, no todos los héroes portan estandartes de nobleza o juramentos sagrados. La crónica está repleta de figuras que alcanzaron la gloria no por elección, sino por accidente; no por altruismo, sino por egoísmo; no por valor, sino por un desesperado instinto de supervivencia. Son los Héroes a su Pesar, individuos comunes, exiliados y granujas a quienes el destino, con cruel ironía, empujó a la grandeza.
Desde el caos del Cataclismo del Lilium hasta las interminables batallas de la Gran Guerra, Lithernia ha demostrado que los actos más heroicos a menudo nacen de las intenciones más simples. Un ladrón que busca una joya, un mercader que protege su cargamento o un ermitaño que solo desea que lo dejen en paz. Sus historias son un recordatorio de que, en un mundo gobernado por dioses imperfectos, a veces la salvación no llega de la mano de paladines, sino de aquellos que nunca pidieron ser héroes.
En los anales de los reinos, abundan los relatos de individuos que, mientras perseguían sus propios y a menudo mezquinos intereses, terminaron salvando a comunidades enteras. Estos salvadores accidentales son celebrados en canciones de taberna y Leyendas populares, aunque ellos mismos a menudo renieguen de la fama.
Gregor era un marino humano de Galvorn cuya lealtad solo respondía al oro. Capitaneaba un pequeño navío contrabandista, especializándose en eludir tanto a la flota real como a los corsarios de Mor’dhul. Durante una travesía nocturna, su barco fue acorralado por una escuadra de Mor’dhul que planeaba un ataque sorpresa contra el puerto de Poyoranta. Pensando únicamente en salvar su cargamento de raro vino élfico, Gregor ordenó arrojar por la borda sus redes de pesca lastradas con anclas para aligerar la nave. Por pura casualidad, las redes se enredaron en los timones de los barcos enemigos, dejándolos ingobernables y a la deriva justo cuando se acercaba una patrulla de la armada de Galvorn.
La escuadra de Mor’dhul fue capturada, el ataque fue frustrado y Gregor fue aclamado como un genio táctico que había tendido una trampa naval brillante. El Consejo de Capitanes le otorgó una medalla y una generosa recompensa. Gregor aceptó el honor con una sonrisa forzada, lamentando en silencio la pérdida de sus redes y el hecho de que ahora todos los guardias del puerto lo conocían, complicando para siempre su verdadera profesión.
En las faldas de las montañas de Valtoria, una joven goliath llamada Anka vivía una vida solitaria pastoreando cabras montesas. Era conocida por su mal genio y su deseo de evitar a todo el mundo. Un día, una partida de guerra del Clan Bloodfire orco se infiltró en Valtoria a través de un paso montañoso olvidado, con la intención de saquear un asentamiento minero. Anka, enfurecida porque los Orcos asustaron a su rebaño, no pensó en el peligro. Con gritos y pedradas, provocó una estampida de sus cabras montaña abajo, directamente hacia los invasores. El inesperado torrente de cuernos y pezuñas, combinado con una pequeña avalancha de rocas que la estampida desató, diezmó a la partida orca y los obligó a una retirada caótica.
Los mineros Enanos, alertados por el estruendo, encontraron a los Orcos derrotados y a una furiosa Anka tratando de reagrupar a sus cabras. Fue declarada “Guardiana del Paso” y su hazaña se canta en los grandes salones de Valtoria. Anka, por su parte, sigue quejándose de que los héroes no reciben suficiente compensación por las cabras perdidas en acto de servicio.
Expulsados de sus sociedades, los exiliados a menudo actúan por rencor, venganza o un retorcido sentido de la justicia. Sus actos heroicos no buscan la redención, sino saldar cuentas personales, aunque el resultado beneficie a inocentes.
La estricta sociedad de castas de Eldrador, conocida como “La Mano de Hierro”, produce muchos exiliados. Uno de ellos fue un shadar-kai llamado Vyren, un ilusionista desterrado por practicar magia prohibida que alteraba los recuerdos. Viviendo como un paria en las fronteras, Vyren se enteró de que un Noble de una casa rival, responsable de su exilio, planeaba envenenar un río sagrado para culpar a los Enanos de Valtoria y provocar una guerra.
Movido únicamente por el deseo de venganza contra el Noble, Vyren utilizó sus artes prohibidas. Se infiltró en el campamento del Noble y alteró los recuerdos de sus secuaces, haciéndoles creer que el veneno era un elixir de purificación. Los conspiradores bebieron su propio veneno y el plan fracasó. Los druidas de Ferion, que descubrieron el complot, solo encontraron los cuerpos y una misteriosa nota que decía: “La justicia de las sombras es ciega, pero no olvida”. Vyren nunca reclamó el crédito, pero la leyenda del “Fantasma Vengador” se convirtió en una advertencia para los nobles corruptos de Eldrador.
Los Descastados de Mor’dhul son la escoria de su sociedad, parias sin clan ni protección. Grolnok era un orco que había sido expulsado del Clan Thyrgram por cobardía en batalla. Sobreviviendo en las ruinas de la ciudad maldita de Mirallos, descubrió que un liche, despertado por las excavaciones del Clan Whisper, planeaba levantar un ejército de muertos de las antiguas fosas comunes de la ciudad para marchar sobre la capital.
Aterrado, pero sabiendo que no tenía a dónde huir, Grolnok hizo lo único que se le ocurrió. Robó los explosivos alquímicos que los Goblins usaban en las minas cercanas y, en un acto de desesperación suicida, provocó el colapso de las catacumbas principales, sepultando al liche y a su naciente ejército bajo toneladas de roca. Grolnok murió en la explosión, pero su acción salvó a Mor’dhul de una catástrofe. Irónicamente, el Clan Thyrgram, al descubrir lo sucedido, lo declaró póstumamente un mártir, inscribiendo su nombre en sus salones de honor como un ejemplo de sacrificio supremo, sin saber que su “Heroes” solo actuó por puro pánico.
Las historias de estos héroes involuntarios resuenan con una verdad profunda en Lithernia: la grandeza no está reservada a los elegidos de los dioses o a los de sangre Noble. En un mundo forjado por la rebelión de un rey y marcado por el fuego de la ira divina, el heroísmo es a menudo una chispa que prende en el lugar más inesperado.
Estos personajes demuestran que las acciones tienen más peso que las intenciones. Aunque sus motivos fueran egoístas, su legado es innegable. Son la prueba viviente de que incluso en la más profunda oscuridad, un acto de desesperación, codicia o simple mala suerte puede encender una luz que guíe a otros, cambiando el destino de Lithernia para siempre. Su fama, aunque no deseada, se convierte en un símbolo de esperanza para los desamparados, un eco de que cualquiera puede desafiar a la noche, aunque sea por accidente.