dg-publish: true categoria: Personajes y Agrupaciones subcategoria: Facciones tags: - facciones - personajes_y_agrupaciones summary: Grakka, exiliada torturadora del Clan Kromagul, es Jefa de Ejecutores de Los Recaudadores del Contrato Roto en Selorith. Implacable en hacer cumplir pactos mágicos, su lema es “La deuda siempre se paga, con sangre o con alma.”

nombre: “Grakka ‘La Letra Escarlata’” rol: “Jefa de Ejecutores” edad: 45 agrupacion: “Los Recaudadores del Contrato Roto” tipo: “Gremio” lema: “La deuda siempre se paga, con sangre o con alma.” escudo: “Una balanza de hierro desequilibrada, con un pergamino roto en un plato y una gota de sangre en el otro, sobre un fondo de obsidiana.” ciudad_sede: “Selorith, Mor’dhul” rivalidades: - “Clan del Edicto Susurrante” - “Los Silentes” alianzas: - “Plutocracia de Acreedores de Selorith” - “Culto de Gyth’kai” relaciones: | Antigua miembro del Clan Kromagul de Calanor, expulsada por mostrar ‘honor’ al no exceder los términos de una tortura. Utiliza al cobarde goblin rastreador Fizzik, a quien desprecia pero valora por su infalible eficacia. tags: [lithernia, personajes, Mor’dhul, Gremio, Hobgoblin, Jefa]

Grakka ‘La Letra Escarlata’

Biografía

En los retorcidos y sombríos callejones de Selorith, donde los contratos se sellan con magia y se pagan con esencia vital, el nombre de Grakka es un presagio. No es una asesina ni una simple matona; es la encarnación de la consecuencia, la palabra final en una disputa que comenzó con tinta y terminará, inevitablemente, con sangre. Es la Jefa de Ejecutores de los Recaudadores del Contrato Roto, y su apodo, ‘La Letra Escarlata’, es una promesa de dolor meticulosamente administrado.

Nacida en el seno del Clan Kromagul en la ciudad-fortaleza de Calanor, Grakka fue criada en la fe del Dios del Dolor. Para ella, la agonía no era un acto de caos, sino una disciplina; una sinfonía que debía ser compuesta con precisión. Aprendió que el sufrimiento era una herramienta para imponer el orden, y se convirtió en una de las torturadoras más prometedoras de su generación, no por su sadismo descontrolado, sino por su aterradora contención.

Su caída del favor de Kromagul, y su posterior exilio, no fue por un acto de piedad, sino por uno de integridad perversa. Se le encomendó la “persuasión” de un Noble Tiefling que había desafiado al clan. El contrato de suplicio estipulaba “tres días de angustia, sin quebrar hueso alguno antes del amanecer final”. Grakka cumplió la orden al pie de la letra, aplicando un tormento calculado y exacto que llevaba al Noble al borde de la locura, pero sin cruzar la línea marcada. Sus superiores, que esperaban un espectáculo de crueldad desenfrenada, vieron su estricta adherencia a los términos como una debilidad, un atisbo de un “honor” que no tenía cabida en la filosofía del dolor absoluto. Fue marcada como paria y expulsada de su clan y de su hogar.

Como descastada en las tierras hostiles de Mor’dhul, Grakka descubrió que el mundo exterior era aún más caótico e impuro que el dogma que había dejado atrás. Fue en la ciudad de Selorith donde encontró su verdadera vocación. Allí, la palabra escrita, los pactos mágicos y los contratos vinculantes eran la ley suprema. Para Grakka, esto era una forma de orden mucho más pura que la voluntad sádica de un caudillo. Era una ley impersonal, inmutable y absoluta.

Se unió a los Recaudadores del Contrato Roto, un gremio nacido de la necesidad de hacer cumplir dichos pactos. Su eficiencia metódica y su brutalidad disciplinada la hicieron ascender rápidamente. No intrigaba ni conspiraba; simplemente era la mejor en su oficio. Cada deudor rastreado, cada perjuro capturado, era una afirmación de su nueva fe: la santidad del contrato. Adoptó la costumbre de marcar cada pergamino de deuda saldada con una gota de sangre del deudor, ganándose así su infame título.

Ahora, como Jefa de Ejecutores, Grakka es el pilar sobre el que descansa el poder de la plutocracia de Selorith. Ve cada cobro no solo como un trabajo, sino como una ofrenda a Gyth’kai, la Diosa del Sacrificio, cuya filosofía de que “la deuda siempre debe pagarse” resuena en lo más profundo de su ser. Desprecia a los que rompen su palabra por encima de todo, viéndolos como agentes del caos que amenazan el único orden verdadero que ha conocido. En el goblin rastreador Fizzik, ve la personificación de la cobardía, pero su extraña habilidad para encontrar a cualquiera es una herramienta demasiado valiosa para desecharla. Lo utiliza como un cirujano usaría un bisturí sucio: con desdén, pero con un fin preciso en mente.

Descripción Física y Equipamiento

Grakka es una Hobgoblin imponente, más alta y de complexión más recia que la mayoría de su especie. Su piel tiene el tono verde grisáceo y enfermizo característico de los devotos de Kromagul, y su rostro es un mapa de cicatrices antiguas y disciplinadas, no de reyertas caóticas. Su cabello negro está recogido en una trenza apretada y funcional, y sus ojos, de un amarillo penetrante, observan el mundo con una inteligencia fría y calculadora, juzgando siempre las debilidades.

Viste una armadura de placas de acero ennegrecido, meticulosamente mantenida y sin adornos superfluos, salvo por el emblema de los Recaudadores —la balanza desequilibrada— grabado en su peto. La armadura está diseñada para la intimidación y la eficiencia, permitiéndole moverse con una gracia letal.

Su arma principal es “El Puntuador”, una pesada maza de guerra con bridas afiladas, forjada con minerales volcánicos de Medromora. La llama así porque considera que cada golpe es el punto final en la oración de un contrato. Además, siempre lleva consigo un juego de grilletes de hierro frío, un estilete ritual para extraer la “firma” de sangre, y una cartera de cuero endurecido donde guarda copias de los contratos activos que debe ejecutar.

Legado e Impacto en Lithernia

Grakka ‘La Letra Escarlata’ nunca buscará un trono ni liderará un ejército para conquistar naciones. Su influencia es más insidiosa y, en cierto modo, más fundamental para el funcionamiento de Mor’dhul. Ella es la garantía viviente de que, en un mundo regido por la fuerza y la traición, la palabra escrita puede ser el arma más temible de todas.

Para los poderosos de Selorith, es la personificación del orden y la estabilidad, la fuerza que asegura que su sistema basado en la deuda y el miedo no se desmorone. Para los desesperados y los deudores, su nombre es un susurro de muerte, un recordatorio de que no hay escondite lo suficientemente profundo ni mentira lo suficientemente astuta para escapar de las consecuencias.

Su legado no se medirá en tierras conquistadas, sino en los miles de contratos cumplidos, en el terror que infunde en el corazón de los perjuros y en la brutal consolidación de un sistema donde la justicia es ciega, sorda y empuña una maza manchada de sangre. En el gran tapiz de la historia de Lithernia, Grakka es un hilo oscuro y afilado, que demuestra que la tiranía más efectiva no siempre nace de la ambición desmedida, sino del orden llevado a su extremo más cruel.