agrupacion: Clan Umbralith alianzas: Clan Whisper (cautelosa y secreta) categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Rynavel (en los Pantanos del Lamento Sombrío, Mor’dhul) dg-publish: true edad: 852 escudo: Una montaña de granito negro resquebrajándose en arena, con una única flor de loto de obsidiana marchita brotando de sus ruinas. lema: Toda piedra vuelve al polvo. nombre: Kaelen, el Paciente relaciones: Mantiene correspondencia con los líderes del Clan Whisper rivalidades: Clan Agrietacero, Círculos Druídicos de Eldrador, la Casa Dravonis de Valtoria rol: Patriarca del Polvo, Líder del Clan Umbralith subcategoria: Clanes tags: - clan - clanes - druida - elfo oscuro - hereje - lithernia - mor’dhul - patriarca - personajes - personajes_y_agrupaciones - umbralith tipo: Clan de Exiliados summary: Kaelen, patriarca del Clan Umbralith, es un elfo que domina la magia de la decadencia, venerando la destrucción lenta y natural. Exiliado de Valtoria, lidera con paciencia desde las ruinas de Rynavel, promoviendo la disolución sobre la conquista.
En los anales silenciosos de Lithernia, donde las Leyendas se forjan en fuego y acero, existen historias susurradas en el crujido de la piedra y el murmullo del polvo. Una de esas historias es la de Kaelen, el Patriarca del Clan Umbralith, un elfo cuya paciencia rivaliza con la de las montañas que una vez llamó hogar.
Nacido en Valtoria hace más de ocho siglos, Kaelen no fue criado entre el estruendo de los martillos, sino en la quietud de las profundidades. Pertenecía a una secta de geólogos y druidas de la tierra que veneraban a Valarios, el dios enano de la destrucción, de una forma que sus compatriotas consideraban blasfema. Mientras los clanes como Agrietacero encontraban a Valarios en la explosión cataclísmica de la forja y la furia del volcán, los Umbralith lo hallaban en la entropía: el lento, inexorable e inevitable desgaste del tiempo. Para ellos, la verdadera destrucción no era un acto violento, sino el destino final de todas las cosas, el regreso cósmico al silencio y al polvo.
Kaelen fue un acólito prodigioso de esta filosofía. Desde joven, demostró una afinidad innata con la magia de la decadencia, un arte sutil y terrible que aceleraba el proceso natural de la descomposición. Sus rituales no eran de sangre, sino de silencio. Podía convertir la veta más sólida de mineral en arena con un toque prolongado, marchitar la vegetación de una caverna con un susurro o hacer que las Runas protectoras de una fortaleza se desvanecieran como si mil años hubieran pasado en una noche.
Esta práctica fue declarada herejía por el Concilio de la Montaña. Los Enanos, constructores por naturaleza, no podían tolerar una fe que celebraba el deshacer. Tras un amargo cisma con los Agrietacero, que los acusaron de corromper la esencia de Valarios, el Clan Umbralith fue exiliado de Valtoria. Para Kaelen, este éxodo no fue una tragedia, sino la primera gran lección práctica de su fe. Vio cómo su clan, una vez fuerte, se desgastaba en el largo viaje, confirmando sus creencias.
El clan encontró refugio en el lugar más improbable y, a la vez, más perfecto: las ruinas anegadas de la antigua ciudad élfica de Rynavel, en los Pantanos del Lamento Sombrío de Mor’dhul. Aquel lugar era un monumento a la entropía. Magníficas estructuras élficas, imbuidas de una magia que se creía eterna, se hundían lentamente en el fango, devoradas por el musgo y el tiempo. Para Kaelen y los Umbralith, Rynavel no era una tumba, sino un templo.
Con el paso de los siglos, Kaelen ascendió al liderazgo no por la fuerza, sino por la sabiduría y una comprensión inigualable de la filosofía del clan. Obtuvo el título de “El Paciente” porque nunca se apresura. Observa, espera y actúa solo cuando el momento es perfecto, como la gota de agua que finalmente quiebra la roca. Bajo su guía, el Clan Umbralith ha prosperado en la oscuridad, convirtiéndose en agentes silenciosos del fin de todas las cosas. No buscan la conquista; buscan la disolución. Su alianza con el Clan Whisper es un reflejo de esta visión: mientras los Whisper estudian la decadencia del alma y la carne, los Umbralith se centran en la decadencia de la materia y la magia, un intercambio de conocimientos macabro pero lógicamente coherente que les garantiza un lugar en el complejo ecosistema de poder de Mor’dhul.
Kaelen es la personificación de la erosión. Su apariencia es la de un elfo oscuro anciano, pero no frágil. Su piel es pálida como el mármol veteado, tensa sobre unos pómulos afilados que parecen esculpidos por el viento durante eones. Sus largos cabellos blancos caen lisos y finos, y sus ojos, de un gris profundo y sin fondo, carecen de la chispa de la vida, reflejando en su lugar la calma vacía del olvido.
Cada uno de sus gestos es lento, deliberado y económico, como si cada movimiento hubiera sido meditado durante décadas. Rara vez alza la voz; su tono es un susurro bajo y resonante, similar al roce de la arena sobre la piedra, y sus palabras, aunque escasas, están cargadas de una gravedad filosófica que desarma a los impacientes.
Viste con una sencillez monástica que contradice su poder. Sus túnicas son de tejido basto y pesado, en tonos de gris ceniza y marrón tierra, teñidas con pigmentos minerales extraídos de las ruinas de Rynavel. La única ornamentación es un broche de obsidiana pulida en su pecho, tallado en la forma de la flor de loto marchita que adorna el escudo de su clan.
No porta armas convencionales. Su única herramienta es el “Susurro Entrópico”, un bastón de madera petrificada que perteneció a un archidruida élfico de Rynavel, ahora imbuido con la magia de la decadencia del clan. El bastón parece muerto y frágil, pero en su núcleo late una energía que deshace la materia a su alrededor. Siempre lleva consigo el “Grimorio del Polvo”, un pesado tomo encuadernado en piedra pizarra cuyas páginas de pergamino se deshacen lentamente en los bordes, y en el que anota sus meditaciones sobre la naturaleza del fin.
Kaelen, el Paciente, no es una amenaza como Lord Aethel o el Rey Sel’thirak. No busca gobernar Lithernia ni someter a sus pueblos. Su peligro es mucho más fundamental y aterrador: representa una amenaza filosófica para la existencia misma. En un mundo definido por la creación, la ambición y la lucha por la permanencia, Kaelen es el profeta del vacío, el sumo Sacerdote de la nada.
Su impacto se mide en la sutileza de la decadencia. El Clan Umbralith, bajo su mando, no libra guerras abiertas. En cambio, son sospechosos de acelerar la ruina de fortalezas enemigas, de marchitar cosechas con plagas geológicas o de corromper nodos de poder mágico, haciendo que su energía se disipe en la nada. Son el arma definitiva de la guerra de desgaste.
Para Mor’dhul, Kaelen es una herramienta útil y un enigma. Su clan ofrece un tipo de poder que ni la nigromancia ni la fuerza bruta pueden igualar, pero su falta total de ambición mundana lo hace impredecible. Para el resto de Lithernia, especialmente para los druidas de Eldrador y los Enanos de Valtoria, Kaelen es la antítesis de todo lo que valoran: la vida, la creación y el legado.
El verdadero legado de Kaelen, si logra su objetivo, no será un imperio ni un trono, sino el silencio. Será la prueba definitiva de su fe: que toda gloria, toda piedra y toda estrella, inevitablemente, volverán a ser polvo. Y él estará allí para presenciarlo, con la misma calma y paciencia con la que ha esperado durante ochocientos años.