agrupacion: Casa Yunque-Roto ciudad_sede: Valarion dg-publish: true edad: ‘52’ escudo: Un yunque de granito partido en dos por un rayo de energía crepitante de color anaranjado, sobre un fondo de color gris pizarra. lema: De la Fractura, la Fuerza nombre: Grak el Silente relaciones: Leal protector de Lord Borin Yunque-Roto, el patriarca de la Casa. rol: Maestro de Armas y Supervisor de la Guardia tags: - ’ ’ - ’’’’ - ‘,’ - ‘-’ - ‘[’ - a - c - clanes - d - e - g - h - i - j - l - m - n - o - p - personajes_y_agrupaciones - q - r - s - t - u - y tipo: Casa Noble (Exiliada) categoria: Personajes y Agrupaciones subcategoria: Clanes summary: Grak, orco exiliado y silente, fue acusado injustamente de cobardía en Mor’dhul. Rescatado por Lord Borin en Valarion, se convirtió en Maestro de Armas de la Casa Yunque-Roto, forjando su venganza y lealtad en el silencio y la destrucción.

Grak el Silente

Biografía

En los brutales cuarteles de Mor’dhul, donde el honor se mide en cicatrices y la lealtad se jura al dios de la guerra Thyrgram, Grak era un eco de brutalidad disciplinada. Como miembro del Clan Thyrgram, su vida era un martillo constante de entrenamiento y batalla, un camino forjado para servir como una pieza más en la imparable maquinaria bélica de su reino. Sin embargo, su destino se quebró durante la desastrosa campaña del Desfiladero de las Cenizas. Una emboscada, una orden malograda y una retirada caótica dejaron a su legión diezmada. Buscando un chivo expiatorio para ocultar su propia incompetencia, su comandante lo acusó de cobardía, una mancha imborrable para un orco de Thyrgram. Despojado de su rango, su clan y su voz, Grak fue exiliado, condenado a vagar por las tierras de los hombres como un fantasma sin nombre.

El silencio se convirtió en su armadura. Incapaz de hablar del honor que le fue arrebatado y sin desear pronunciar el nombre del clan que lo traicionó, Grak se labró una nueva existencia en los rincones más violentos de Lithernia. Fue en la anárquica ciudad-estado de Valarion donde su camino se cruzó con el de Lord Borin, patriarca de la Casa Yunque-Roto. Mientras Grak luchaba por su vida en una pelea de taberna, acorralado por cazarrecompensas, fue el enano exiliado quien intervino. Pero Borin no vio a un simple bruto, sino una herramienta perfecta de destrucción: un arma rota que podía ser reforjada. Le salvó la vida y le ofreció un propósito.

Grak encontró en la filosofía de la Casa Yunque-Roto un eco de su propia existencia. La doctrina de que la creación sublime solo puede nacer de la destrucción absoluta resonó en su alma fracturada. Su vida anterior había sido demolida para que esta nueva pudiera surgir. Adoptó el culto a Valarios no con la fe fanática de los Enanos, sino con la fría comprensión de un superviviente. Su lealtad a Lord Borin se volvió absoluta, un pilar de granito en su mundo en ruinas.

Hoy, como Maestro de Armas y Supervisor de la Guardia, Grak es la personificación del lema de la Casa. Entrena a sus guardias —una mezcla de mercenarios, exiliados y parias— con la eficiencia despiadada que aprendió en Mor’dhul, pero sin la ciega devoción a un dios caprichoso. Su silencio es su mayor arma: imparte lecciones con el peso de su mazo y el lenguaje universal del combate. Es el puño ejecutor de la voluntad de Borin, el guardián silencioso de los secretos de la demolición y el muro infranqueable que protege a la Casa que le dio un nuevo nombre y un nuevo yunque sobre el que forjar su venganza.

Descripción Física y Equipamiento

Grak es una mole de músculo y cicatrices, incluso para un orco. A sus 52 años, su piel de un verde bosque profundo está surcada por las marcas de innumerables batallas, y sus colmillos, aunque astillados, sobresalen con una ferocidad contenida. Sus ojos, dos ascuas de un ámbar oscuro, rara vez parpadean y parecen medir el mundo en términos de amenazas y puntos de fractura. Los tatuajes tribales de su antiguo clan en Mor’dhul son aún visibles en sus hombros y espalda, aunque muchos están cruzados por nuevas cicatrices o parcialmente cubiertos por el emblema del yunque roto, grabado a fuego sobre su piel.

Viste una armadura de placas completa, una obra maestra de la ingeniería de Yunque-Roto. Es una fusión pragmática de estilos: la robustez de la forja enana se combina con la movilidad y la intimidación del diseño orco. Cada pieza ha sido ennegrecida y tratada para resistir no solo golpes, sino también el calor de las explosiones alquímicas. Sobre su peto, el escudo de la casa —el yunque partido por un rayo anaranjado— brilla con un pulido sombrío.

No porta una espada ni un hacha, sino un Martillo de Demolición de Granito. Esta arma colosal, más una herramienta de asedio que un arma de guerra convencional, fue un regalo personal de Lord Borin. Su cabeza de granito macizo está reforzada con bandas de acero y grabada con Runas de Valarios que canalizan la fuerza del portador en impactos devastadores, capaces de pulverizar roca y armaduras por igual.

Legado e Impacto en Lithernia

Grak el Silente no es un líder ni un estratega político, pero su impacto en Lithernia es el de una fuerza de la naturaleza contenida. Es la prueba viviente de que las alianzas más extrañas y poderosas pueden nacer de la desesperación y el exilio. La unión de un orco de Thyrgram y una casa enana hereje es una anomalía que desafía las rígidas divisiones raciales y políticas del continente.

Para la Casa Yunque-Roto, Grak es más que un guardaespaldas; es el símbolo de su filosofía. Representa la fuerza que emerge de la fractura, el poder destructivo canalizado con un propósito. Mientras los ingenieros de la casa diseñan los medios para derribar fortalezas, Grak es la garantía de que ninguna amenaza interna o externa podrá derribarlos a ellos.

Su legado futuro está intrínsecamente ligado al de la Casa Yunque-Roto. Si logran sus ambiciones de convertirse en los demoledores más temidos y respetados de Lithernia, será gracias a la muralla silenciosa que Grak ha construido a su alrededor. Y si algún día los fantasmas de Mor’dhul vienen a reclamar a su exiliado, el mundo será testigo de la furia de un orco que, habiendo perdido todo, encontró en la destrucción el único camino hacia su propia y silenciosa creación.