agrupacion: Casa Ignisvar alianzas: Clan Agrietacero de Valarion, Cultos del Retorno del Rey (Secreta) categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Valarion (Ciudad Volcánica, aliada con Valtoria) dg-publish: true edad: ‘180’ escudo: Una cabeza de dragón negro exhalando fuego dorado sobre un campo carmesí. lema: De las Cenizas, la Llama Renacerá nombre: Lord Valerius Ignisvar rivalidades: Casa Bronzebrillo, el Reino de Eldrador, las viejas lealtades al Primer Rey rol: Cabeza de la Casa Ignisvar subcategoria: Casas Nobles tags: - ’ ’ - ‘,’ - ‘[’ - a - b - c - casas_nobles - e - g - h - i - j - l - n - o - p - personajes_y_agrupaciones - r - s - t - v - z tipo: Casa Real (Caída) summary: Lord Valerius Ignisvar, líder de la Casa Ignisvar, hereda un legado dracónico casi extinto tras el Cataclismo del Lilium. Astuto y ambicioso, busca restaurar su dinastía usando alianzas y manipulación en un Lithernia convulso.
Lord Valerius no es un simple Noble; es el custodio de un legado forjado en el aliento de los Dragones y casi extinguido por el fuego de los dioses. Como cabeza de la Casa Ignisvar, lleva sobre sus hombros el peso de una dinastía que se remonta a la Era de las Escamas y Fuego, cuando su ancestro, el gran dragón carmesí Ignis, modelaba los volcanes con su poder. Esta herencia divina infundió en su linaje una arrogancia ardiente, una convicción de que su sangre era superior a la de cualquier mortal. Fue esta misma soberbia la que les impidió arrodillarse ante el Primer Rey, un acto de desafío que los marcó como parias a los ojos del imperio unificado.
El verdadero juicio llegó con el Cataclismo del Lilium. El_Cataclismo_del_Lilium de los dioses, desatado sobre el mundo, consumió los bastiones de la Casa Ignisvar con una furia vengativa, aniquilando a la mayoría de su linaje y convirtiendo sus orgullosas fortalezas en cenizas y recuerdos. Durante siglos, los supervivientes vagaron por Lithernia como exiliados, una reliquia de un poder antiguo, temidos y despreciados a partes iguales.
Fue Kaelen Ignisvar, abuelo de Valerius, quien detuvo la hemorragia. Con una astucia forjada en la necesidad, reunió los restos de su casa y selló un pacto de mutuo beneficio con el Clan Agrietacero en la ciudad volcánica de Valarion. A cambio de los secretos de la piromancia y la forja dracónica, los Ignisvar recibieron un hogar y una posición de honor en el corazón de la montaña.
Valerius heredó este precario equilibrio: un poder inmenso confinado dentro de los muros de otra facción. A sus 180 años, su ambición no se ha enfriado; al contrario, arde con la paciencia estratégica de un depredador que espera el momento perfecto. Su objetivo no es la mera supervivencia, sino la restauración total de su casa. Ve la inestabilidad creciente en Lithernia y la susurrada Profecía del Retorno del Rey no como una amenaza, sino como la más grande de las oportunidades. No le importa el Rey, sino el caos que su regreso desatará. Secretamente, ha establecido lazos con los Cultos del Retorno, alimentando sus esperanzas para que ellos siembren la discordia que él necesita para que la Casa Ignisvar, como su lema predice, renazca de las cenizas.
En su intrincada red de relaciones, Valerius es un maestro manipulador. En su hija, Seraphina, ve la continuación de su linaje, una llama brillante que debe ser moldeada y endurecida para el futuro. Su hermano menor, Grakkus, es la encarnación de la furia impulsiva de sus ancestros, una herramienta contundente que Valerius utiliza con cuidado, pero cuya impaciencia considera una debilidad. Y luego está Lyra, su sobrina bastarda. Al tomarla bajo su protección, Valerius no muestra compasión, sino pragmatismo: una agente sin el peso de un nombre legítimo es un activo invaluable, perfecto para misiones en las sombras que él nunca podría encargar abiertamente.
Lord Valerius Ignisvar es la imagen de una nobleza ancestral y temible. A pesar de su edad, se mantiene erguido y poderoso, con una constitución que sugiere la fuerza latente de su herencia dracónica. Su piel pálida tiene un ligero brillo casi metálico bajo cierta luz, y alrededor de sus sienes y mandíbula, unas finísimas escamas de un tono carmesí oscuro delatan su sangre no humana. Sus ojos son de un inquietante dorado fundido, y arden con una inteligencia fría y calculadora. Su cabello, largo y negro como la obsidiana, está recogido en una severa trenza con broches de plata y azabache.
Viste con una elegancia marcial. Su atuendo preferido es una armadura de placas de acero volcánico negro pulido, grabada con sutiles glifos dracónicos que parecen ondular con el calor. Sobre ella, lleva un tabardo de color rojo sangre con el escudo de su casa bordado en hilo de oro.
Porta a Colmillo de Ascua, una espada bastarda cuya hoja, forjada con técnicas secretas de los Ignisvar, siempre mantiene un leve calor al tacto y se dice que nunca se mella. Su posesión más preciada es el Anillo del Dragón Negro, el sello de su Casa. Es una de las pocas reliquias que sobrevivieron al Lilium, y se rumorea que contiene una chispa de la esencia de Ignis, permitiéndole a Valerius resistir el fuego y avivar las llamas con una simple palabra.
Lord Valerius Ignisvar está posicionado para ser uno de los jugadores más decisivos en el inminente cambio de era. No busca un trono directamente, sino desmantelar el tablero de juego actual. Su legado no se medirá en conquistas, sino en el caos que pueda sembrar para su propio beneficio. Representa la peligrosa memoria de las eras antiguas, un poder que se niega a ser olvidado y que utilizará cualquier medio para reclamar lo que considera suyo por derecho de sangre y fuego.
Su alianza encubierta con los cultos proféticos podría ser la chispa que encienda una conflagración en todo el continente, enfrentando a reinos y facciones en una guerra que solo los Ignisvar están preparados para ganar. El destino de Lithernia podría depender de si alguien descubre sus verdaderas intenciones a tiempo. ¿Es Valerius un visionario que busca restaurar el honor perdido de su casa, o un tirano en ciernes cuya ambición está destinada a quemar el mundo una vez más? Solo el tiempo, y el acero, lo dirán.