agrupacion: Casa Vaelkyn alianzas: Torre de las Estrellas (Valtoria), Casa Sylvaris (Eldrador) categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Elionor dg-publish: true edad: 120 escudo: Una mano de piedra gris sujetando una lanza celestial rota, de la que emanan Runas de contención azules. El fondo es de obsidiana pulida. lema: La memoria es nuestra carga, la runa es nuestro sello. nombre: Helga Vaelkyn relaciones: Sobrina de Thorgrim Vaelkyn (cabeza de la Casa), Rivalidad académica con Kaelen de Sylvaris rivalidades: Casa Aethel (Mor’dhul), Cazadores de Sombras (Valtoria) rol: Buscadora de Fragmentos (Heredera) subcategoria: Casas Nobles tags: - buscadora de fragmentos - casa vaelkyn - casas_nobles - lithernia - personajes - personajes_y_agrupaciones tipo: Casa Noble summary: Helga Vaelkyn, heredera de la Casa Vaelkyn, protege el conocimiento prohibido y busca fragmentos del Primer Rey para evitar que caigan en manos enemigas. Defiende una postura activa frente a la amenaza de sus rivales y mantiene una rivalidad intelectual con Kaelen Sylvaris.
Nacida bajo la sombra de un deber milenario, Helga Vaelkyn es la heredera de una de las misiones más secretas y cruciales de Lithernia. Su linaje no desciende de reyes ni conquistadores, sino de Valerius, un maestro de las Runas enano que presenció el fin de una era en el fuego del Lilium. Aterrorizado por la arrogancia de quienes buscarían el poder de las Lanzas Celestiales, Valerius fundó la Casa Vaelkyn con un único propósito: ser la memoria del mundo, los guardianes del conocimiento prohibido. No para usarlo, sino para contenerlo.
Helga se crió en Elionor, la ciudad oculta en el Valle del Silencio Estelar, un lugar donde el eco del Cataclismo es un susurro constante en el tejido del Maná. Su infancia no fue de juegos en la corte, sino de estudios en bibliotecas selladas, aprendiendo de memoria las crónicas del Primer Rey, la composición arcana de las Lanzas y las genealogías de aquellos que podrían codiciarlas. Su entrenamiento fue tan riguroso como el de un Caballero, pero sus armas eran tanto el acero como el conocimiento rúnico y la diplomacia. Para los Vaelkyn, una palabra precisa puede contener un mal tan eficazmente como un muro de piedra.
Como “Buscadora de Fragmentos”, el título que ostentan los herederos de la Casa, Helga ha viajado más allá de los valles tranquilos de Elionor. Su misión es localizar los ecos del Primer Rey —artefactos, ruinas o fragmentos de las propias Lanzas— antes de que caigan en las manos equivocadas. Esta misión la ha puesto en conflicto directo con los agentes de la Casa Aethel de Mor’dhul, quienes ven en estos vestigios un arma para su ascenso, y con los Cazadores de Sombras de Valtoria, fanáticos que buscan destruir cualquier conocimiento que no comprenden.
Sin embargo, el mayor conflicto de Helga es interno. Respeta profundamente a su tío y actual cabeza de la Casa, Thorgrim Vaelkyn, un Erudito paciente que personifica la filosofía fundacional de la casa: observar y preservar. Pero Helga, endurecida por sus expediciones, considera esta postura un lujo peligroso. Ha visto de cerca la ambición de sus enemigos y cree que la pasividad es una invitación al desastre. Sostiene que la Casa Vaelkyn debe pasar de ser simple custodia a una fuerza activa de contención, una idea que genera tensión en los consejos de Elionor pero que le ha ganado el respeto de sus aliados en la Torre de las Estrellas.
Mantiene una fascinante rivalidad académica con Kaelen, un sabio de la Casa Sylvaris de Eldrador. Ambos comparten el objetivo de proteger la historia, pero compiten ferozmente en cada descubrimiento, debatiendo sobre métodos y filosofías. Mientras Kaelen aboga por la armonía y la ocultación sutil, Helga defiende la intervención y los sellos rúnicos. Esta amistad forjada en la competencia intelectual es uno de los pocos anclajes que Helga conserva en un mundo que parece abocado a repetir sus peores errores.
Helga posee la constitución robusta de sus ancestros Enanos, pero sus rasgos se han suavizado a lo largo de generaciones de alianzas con Humanos de Valtoria. Su cabello, de un color castaño oscuro, suele llevarlo recogido en una trenza práctica, adornada con pequeños cilindros de plata inscritos con Runas de protección. Sus ojos son de un gris tormentoso, reflejando una mente analítica y una voluntad de hierro. Sus manos, aunque capaces de trazar delicados glifos, están callosas por el uso de herramientas de cantería y el agarre de su martillo de guerra.
No viste los ropajes opulentos de una Noble. Su atuendo es funcional y elegante: una armadura de cota de malla oscura bajo una túnica de lana gris, y botas de cuero reforzado para largos viajes. En sus guanteletes y hombreras lleva grabadas las Runas de su casa, que brillan con una tenue luz azul cuando canaliza maná.
Su equipo es una extensión de su propósito. Carga con un martillo de guerra de acero valtoriano, cuya cabeza está grabada con un sigilo de contención. A su espalda lleva una mochila de explorador que contiene pergaminos en blanco, tintas arcanas, un juego de cinceles rúnicos y varios cristales de contención vacíos, listos para albergar la energía de cualquier artefacto inestable que encuentre. Su posesión más preciada es una brújula de obsidiana que no apunta al norte, sino que vibra en presencia de magia de la era del Primer Rey.
Helga Vaelkyn se encuentra en el epicentro de una guerra silenciosa por el alma de Lithernia. No lucha por coronas ni territorios, sino por la memoria y el futuro. Representa un cambio generacional dentro de las facciones que buscan proteger el mundo, una evolución de la pasividad a la acción directa. Si tiene éxito, podría redefinir el rol de su casa, convirtiendo a los Vaelkyn de meros bibliotecarios a los carceleros de las armas más peligrosas que el mundo ha conocido.
Sus acciones determinarán el curso de la profecía. Cada artefacto que asegura es una pieza menos en el tablero para tiranos como los de la Casa Aethel. Cada alianza que forja, como la que mantiene con la Torre de las Estrellas, fortalece la barrera contra el caos.
El legado de Helga no se medirá en monumentos, sino en las catástrofes que logre evitar. Es el dique que se interpone ante la marea de la ambición, una guardiana solitaria cuya victoria significará que el mundo siga girando, ignorante del abismo al que se asomó. Su fracaso, sin embargo, podría significar un nuevo Cataclismo, uno del que quizás Lithernia no se recupere jamás.