agrupacion: Casa Aethelgard alianzas: - Casa Sylva de Erwynn (por su respeto a los ciclos naturales) - Los Sin Reflejo de Yndoriel (una facción de Shadar-Kai que valora el conocimiento oculto) categoria: Personajes y Agrupaciones ciudad_sede: Aeluneth, un enclave oculto en los bosques fronterizos de Eldrador. dg-publish: true edad: 450 escudo: Una polilla de alas plateadas sobre un campo partido. La mitad izquierda es de oro solar, representando el día; la mitad derecha es de azul índigo con una luna creciente, representando la noche. lema: En el crepúsculo yace la verdad nombre: Fendrel Aethelgard relaciones: Lady Lyraelle Aethelgard (Fundadora y Mentora) rivalidades: - Casa Auris (por su dogmatismo y desprecio a las verdades incómodas) - Casa Nocthelios (por su manipulación de las sombras con fines egoístas) rol: Consejero y Cronista de la Casa Aethelgard subcategoria: Casas Nobles tags: - casa aethelgard - casas_nobles - consejero - cronista - eladrin - elfo - lithernia - personajes - personajes_y_agrupaciones tipo: Casa Noble Menor (Elfos) summary: Fendrel Aethelgard, Eladrin de la Casa Aethelgard en Eldrador, es un erudito y cronista que preserva secretos y profecías en el Tomo del Crepúsculo. Consejero astuto, equilibra conocimiento y política para proteger el legado y la adaptación del reino élfico.
En los anales de Eldrador, donde la historia es a menudo un arma tan afilada como cualquier espada, Fendrel Aethelgard es un tejedor de secretos, la memoria viviente de una casa que eligió la penumbra en lugar de la cegadora luz de la corte. Nacido en el seno de la Casa Aethelgard, Fendrel fue criado bajo la sombra de un exilio autoimpuesto, una herencia forjada por la sabiduría y la desilusión. Su vida no ha sido una de batallas y conquistas, sino una de silenciosa observación, escuchando los susurros del tiempo y registrando las verdades que las grandes casas prefieren enterrar.
Como Eladrin, Fendrel personifica el otoño de su raza: una melancolía reflexiva y una profunda comprensión de que toda belleza está destinada a marchitarse para poder renacer. Desde joven, mostró una afinidad no por la alta magia de la corte, sino por los patrones ocultos en la historia y la naturaleza. Esta inclinación llamó la atención de la propia fundadora de su casa, la anciana y enigmática Lady Lyraelle. Ella se convirtió en su mentora, enseñándole a leer no solo las palabras en los pergaminos, sino las mareas del poder, el auge y la caída de las dinastías, y los ecos del Cataclismo del Lilium que aún resuenan en el alma de Lithernia.
Su principal hazaña no es una victoria militar, sino la compilación del Tomo del Crepúsculo, la crónica no oficial de su casa. En sus páginas, Fendrel ha documentado la profecía ignorada de Lyraelle, las intrigas fallidas de la Casa Auris y las alianzas secretas que mantienen el frágil equilibrio de Eldrador. Su trabajo lo ha puesto en una posición peligrosa; posee conocimientos que podrían desestabilizar a la nobleza, pero fiel a la filosofía de su casa, entiende que la verdad debe ser revelada en su ciclo correcto, no arrojada como una bomba.
La motivación de Fendrel es la preservación del legado de su fundadora y la protección del ideal de Eldrador. Desprecia la rigidez de la “Mano de Hierro” y cree que la verdadera fuerza del reino élfico reside en su capacidad de adaptación, un principio que la nobleza actual ha olvidado. Actúa como consejero de su casa, utilizando su vasta red de informantes —desde exiliados Shadar-Kai hasta descontentos elfos silvanos— para guiar a los Aethelgard a través de las traicioneras corrientes de la política élfica. Camina constantemente sobre el filo de la navaja, equilibrando la necesidad de saber con el peligro que conlleva ese conocimiento.
Fendrel posee la grácil complexión de los Eladrin, aunque su porte carece de la vibrante energía de las estaciones más vivas. Su semblante suele reflejar una calma otoñal, con ojos de un gris profundo que parecen contener la sabiduría de los siglos que ha estudiado. Su cabello, de un plateado pálido como la luz de la luna, cae liso sobre sus hombros, a menudo recogido con un simple broche de plata con la forma de la polilla de su casa.
Viste túnicas funcionales pero elegantes, teñidas en los tonos índigo y oro de su blasón. Sus ropas no están diseñadas para el combate, sino para largas horas de estudio en archivos polvorientos o para moverse sin ser notado por los salones del poder. Sus manos son delgadas y ágiles, con los dedos a menudo manchados por la tinta de sus crónicas.
Su equipamiento es el de un Erudito, no el de un Guerrero: * El Tomo del Crepúsculo: Un pesado volumen encuadernado en cuero de bestia sombría, cerrado con un broche de plata. Contiene sus crónicas, escritas en una cifra élfica que solo los iniciados de su casa pueden leer. * Daga Ceremonial: Una estilizada daga de argenta, heredada de su mentora. Rara vez la desenvaina, pero es un símbolo de su autoridad dentro de la casa y un arma de último recurso. * Sello de la Casa Aethelgard: Un anillo de plata con el emblema de la polilla, que utiliza para sellar correspondencia secreta. Se dice que el anillo está encantado para oscurecer las palabras a ojos no autorizados.
Fendrel Aethelgard no es un Heroes de canciones épicas ni un señor de la guerra cuyo nombre resuene en los campos de batalla. Su impacto es más sutil, pero potencialmente más duradero. Es un guardián de la verdad en una era de mentiras, un contrapeso silencioso a la arrogancia del poder.
Su legado será el Tomo del Crepúsculo, un documento que podría, en el futuro, reescribir la historia oficial de Eldrador y exponer la corrupción que ha debilitado al reino desde dentro. A través de sus consejos, la Casa Aethelgard sobrevive y prospera en las sombras, actuando como un faro para aquellos que buscan un camino más equilibrado. En el gran tapiz de la historia de Lithernia, Fendrel no es una de las figuras brillantes del centro, sino uno de los hilos oscuros y plateados del borde, sin el cual el tejido completo se desharía. Su vida es un testimonio de que el poder más grande no siempre se mide en ejércitos, sino en la paciencia para esperar el momento adecuado y el coraje para recordar lo que otros han decidido olvidar.