alias: Los Vigías del Solsticio dg-publish: true enemigos: - Los dioses - Lord Aethel - El régimen de Sel’thirak fundacion: Primer solsticio de invierno tras el Cataclismo del Lilium fundadores: Supervivientes leales al Primer Rey (Humanos, elfos y Enanos) lealtad: El Primer Rey y su legado objetivos: Preservar la historia del Primer Rey, proteger al elegido de la profecía, custodiar las Lanzas Celestiales y promover la unidad de Lithernia. principios_clave: - El Voto del Recuerdo - El Voto de la Vigilia - El Voto del Sello - El Voto de la Unidad sede: Clandestina y dispersa por toda Lithernia simbolo: Un sol eclipsado por una luna, atravesado por una lanza vertical tags: - lithernia - lore - organización - personajes_y_agrupaciones - sociedad_secreta - órdenes tipo: Orden secreta title: El Juramento del Solsticio categoria: Personajes y Agrupaciones subcategoria: Órdenes summary: Los Vigías del Solsticio son una orden secreta que protege el legado del Primer Rey tras la Gran Guerra. Juraron preservar la verdad, vigilar la profecía, custodiar armas poderosas y unir Lithernia más allá de razas y naciones.

El Juramento del Solsticio

En las sombras de la historia oficial, tejida por los dioses victoriosos y grabada a fuego y sangre por la Gran Guerra, sobrevive una orden tan antigua como la misma devastación. Son los susurros en las bibliotecas prohibidas, los guardianes de ruinas olvidadas y la memoria viviente de un mundo unificado. Son los Vigías del Solsticio, y su existencia está atada a un juramento sagrado: recordar al Primer Rey, proteger su legado y preparar el camino para el cumplimiento de la profecía que podría redimir o destruir Lithernia.

El Origen del Voto: La Noche más Larga

La orden nació de las cenizas del Cataclismo del Lilium. Cuando el fuego de los dioses se extinguió, dejando un mundo fracturado y yermo, los pocos supervivientes leales al Primer Rey se encontraron solos en un mundo que ya no era el suyo. Eran generales Humanos, sabios elfos y maestros herreros Enanos que habían luchado junto a su monarca contra el panteón divino. Vieron cómo los dioses creaban nuevas razas, sembraban la discordia y borraban la historia de la era unificada.

Reunidos en secreto durante un solsticio de invierno —la noche más larga del primer año tras la catástrofe—, estos supervivientes hicieron un pacto. Bajo un cielo sin estrellas y sobre una tierra aún caliente por la ira divina, juraron convertirse en la memoria de lo que fue y la esperanza de lo que podría ser. Llamaron a su pacto el Juramento del Solsticio, un símbolo de que incluso en la más profunda oscuridad, el amanecer está destinado a volver.

Los Votos Sagrados

Todo miembro de la orden, conocido como un Vigía del Solsticio, debe vivir y morir por cuatro votos inquebrantables. Estos votos son el núcleo de su fe y el motor de sus acciones a través de los siglos.

Las Pruebas del Solsticio: El Precio de la Lealtad

Unirse a los Vigías es un camino de sacrificio extremo, diseñado para asegurar que solo los más devotos y resilientes porten el peso del juramento. Un aspirante debe superar tres pruebas que lo despojan de su vida anterior.

  1. La Prueba del Silencio: El candidato recibe un secreto de vital importancia para la orden —la ubicación de un refugio, la identidad de otro Vigía o un fragmento de la profecía—. Debe guardarlo durante un ciclo lunar completo mientras es sometido a sutiles pruebas de lealtad y tentaciones para que lo revele. Es una prueba de discreción y fortaleza mental, esencial para una orden clandestina.
  2. La Prueba de la Cicatriz: El aspirante debe viajar solo a un lugar profundamente marcado por el legado del mundo roto: una ruina calcinada por el Lilium, un campo de batalla de la Gran Guerra donde los fantasmas aún gritan, o una biblioteca custodiada por un monstruo antiguo. Debe regresar no con un tesoro, sino con una comprensión más profunda del dolor del mundo, demostrando que puede enfrentar el horror sin quebrarse.
  3. La Prueba del Desapego: La prueba final y más cruel. El aspirante debe renunciar a aquello que más valora en su vida mortal: un título nobiliario, la herencia de su clan, el amor de su familia o incluso su propio nombre. No se trata de un acto de violencia, sino de un desprendimiento simbólico y real. Debe cortar los lazos que lo atan a una sola nación o a un interés personal, para poder abrazar su deber a Lithernia por completo. Este es el precio de su juramento, y la razón por la que muchos Vigías viven vidas solitarias, marcadas por la pérdida.

Los Vigías en la Era Actual

Tras siglos operando en secreto, la orden de los Vigías del Solsticio está mermada y sus miembros, esparcidos por los cuatro reinos. Rara vez se conocen entre sí, comunicándose a través de códigos ocultos en textos académicos, canciones de bardos o rutas de contrabandistas.

Un Vigía puede ser cualquiera: el archivero silencioso en la Torre de las Estrellas de Valtoria, un capitán de barco en Galvorn que navega rutas prohibidas, una curandera elfa que vive en los márgenes de Eldrador, o incluso un tiefling disidente en las cloacas de Mor’dhul que conspira contra el régimen de Sel’thirak. Su símbolo, raramente mostrado, es un sol eclipsado por una luna, atravesado por una lanza vertical, representando la esperanza en la noche más larga y su deber hacia las Lanzas Celestiales.

Los eventos recientes, como el Ecos_del_Eclipse_de_Sangre, han sido interpretados por los Vigías como una señal inequívoca de que el tiempo de la profecía se acerca. Ahora actúan con mayor urgencia, conscientes de que facciones como las de Lord Aethel podrían intentar usurpar el poder del Heroes para sus propios fines oscuros.

Para los aventureros, encontrar a un Vigía del Solsticio puede ser un golpe de suerte o una carga terrible. Pueden ofrecer conocimiento invaluable sobre la verdadera historia de Lithernia, pistas sobre la ubicación de las Lanzas o ayuda para escapar de los agentes de los dioses. Pero a cambio, exigirán un compromiso con una causa que es más grande que cualquier reino y más peligrosa que cualquier guerra. Son la última brasa de la era unificada, y su mayor temor no es la extinción, sino ver esa brasa convertirse en un incendio que consuma el mundo una vez más.