categoria: Magia y Hechicería dg-publish: true elementos: Fuego, Agua, Aire, Tierra, Éter era: Talborak escuelas_principales: - Academia de Ignisia - Santuario de Hydranis - Torre de Zephyren - Conclave de Torragath figuras_clave: - Lithernia/09_Personajes/02_Figuras_Historicas/Fidriel|Fidriel - Maeshanela fundador: Lithernia/09_Personajes/02_Figuras_Historicas/Fidriel|Fidriel subcategoria: Escuelas de Magia tags: - era-talborak - escuelas_de_magia - lithernia - magia - magia_y_hechicería - organizacion tipo: Organización Mágica title: Escuelas de Magia Elemental bajo Lithernia/09_Personajes/02_Figuras_Historicas/Fidriel|Fidriel summary: Bajo Fidriel, en la era talborak, se fundaron las Escuelas de Magia Elemental en Lithernia, formalizando el estudio del fuego, agua, aire, tierra y el secreto Éter, transformando las artes elementales en una ciencia mágica disciplinada y respetada.
Durante la era talborak, bajo el regazo férreo y visionario del señor Fidriel, este mundo fue testigo del florecimiento insigne de las artes elementales. No sólo la guerra y política definieron aquel reinado, sino también un despertar mágico sin precedentes: la consolidación formal y académica de las Escuelas de Magia Elemental, que inyectaron nueva vitalidad y conocimiento a Lithernia.
Fidriel, conocido como el Señor de las Escamas de Fuego, ascendió al poder en un periodo de inestabilidad tras las guerras de los Clanes de Ceniza. Extraordinariamente versado en el arte de conjurar las llamas vivas, Fidriel buscó estructurar y noblecer los saberes dispersos, creando centros de aprendizaje que cultivaran el dominio no solo del fuego, sino de todos los elementos Primordiales: agua, aire, tierra y el misterioso éter que conecta y da forma a las realidades.
Las Escuelas nacieron para canalizar ese vasto poder con disciplina, ética y un profundo respeto por el equilibrio natural. Así estas instituciones marcaron el paso de las artes elementales de la superstición a una ciencia mágica codificada y respetada.
Ciudad fundada sobre las cenizas de un volcán extinto, Ignisia fue la gema bajo la corona de Fidriel. Aquí, se enseñó la creación y manipulación del fuego en todas sus manifestaciones, desde la pirotecnia para festivales hasta las artes de la guerra ardiente. La Academia rodeaba a la figura de Fidriel, y su símbolo era la escama de dragón incandescente, emblema del dominio absoluto sobre el fuego.
Escondido en las cataratas sagradas del río Solirio, este santuario combinaba magia elemental con conocimiento medicinal y alquímico. Los adeptos del agua aprendían a moldear el flujo vital, curar enfermedades y convocar tormentas. Su maestro más renombrado, Maeshanela, fue la primera en enseñar la armonía entre el elemento líquido y la vida.
En las altas mesetas ventosas del viento eterno, se erigió la Torre de Zephyren, hogar de los magos capaces de domar las tempestades y susurrar secretos al correr del viento. La escuela era famosa por sus técnicas de vuelo asistido y espionaje elemental, elevando a sus aprendices por encima de las montañas y los conflictos terrestres.
En las cavernas profundas custodiadas por colosos de piedra, se fundó esta escuela dedicada a la tierra y la roca. Aquí se enseñaba el arte de la geomancia y la creación de golems y defensas impenetrables. Los alumnos del conclave forjaron murallas que resistieron siglos y aprendieron a sentir los latidos ocultos bajo la corteza del mundo.
Más allá de los cuatro elementos clásicos, Fidriel estableció un linaje de maestros iniciados en el dominio del Éter: la sustancia invisible que une y nutre la magia elemental. Esta enseñanza secreta, conocida sólo para los magos del consejo real, permitía manipular no sólo fuerza y materia, sino también el tejido mismo del destino y la esencia de la vida.
Se decía que la comprensión plena del Éter daba al Mago la capacidad de alterar el tiempo, moldear dimensiones y conversar con los antiguos espíritus.
Cada Escuela mantenía ritos ancestrales que promovían la comunión con su elemento:
Aunque el imperio de Fidriel terminó con la caída de Talborak, sus Escuelas de Magia Elemental permanecieron como faros luminosos del conocimiento arcano. A lo largo de los siglos, su sabiduría ha sido codificada en grimorios y reliquias, y sus enseñanzas siguen inspirando magos, sabios y reyes.
La era de las Escamas de Fuego demostró que la magia no es sólo poder, sino disciplina, y que sólo el equilibrio de los elementos puede sostener la armonía del mundo.
Lithernia guarda celosamente las huellas y ecos de este pasado brillante, recordándonos que, bajo Fidriel, la magia y la voluntad fueron el fuego que forjó un nuevo mundo.